En Sevilla surgió la llama del amor, y ante el San Roque de Lepe la pasión entre la afición del Cádiz y su equipo se desbordó. Es lo que tienen los resultados, porque los quince primeros minutos ante los onubenses fueron tan buenos como los que se vieron ante el Cacereño. En aquella ocasión el balón o quiso entrar y esta lo hizo. En el fútbol goles son amores y Carranza estaba falto de cariño.

Ya antes de comenzar el partido comenzaron los flirteos y los aplausos recordaron los momentos vividos hace siete días en la ciudad deportiva nervionense. Sin tiempo apenas de disfrutar de los juegos preliminares llegaron el 1-0 y 2-0. Poco después el tercero. Los jugadores se entregaban en cada balón y esos gestos eran devueltos desde la grada con aplausos. Los fallos quedaban rápidamente tapados por el esfuerzo y éste conllevaba a recuperar el esférico y pisar de nuevo campo contrario. El Cádiz fue lo que tenía que ser, los cadistas lo agradecieron y los futbolistas fueron creciendo en confianza. Cuando eso ocurre en el Ramón de Carranza el resultado es único.

Un idilio que todos esperamos se alargue lo más posible en el tiempo y que cuyo clímax final llegue allá por el mes de mayo. Los cimientos de una bonita relación están puestos.