El 29 de febrero el Ramón de Carranza recibía a la UD Almería. Era un sábado a las seis y cuarto de la tarde y por la cabeza de los 17.529 aficionados que había en sus gradas no pasaba la idea de que la temporada acabaría sin ellos en las gradas y que el inicio de la siguiente la situación seguiría igual. Han pasado siete meses desde entonces y nada ha cambiado. Los partidos de fútbol siguen disputándose en las dos primeras categorías sin esa parte esencial que es el hincha. Nada puede suplirlo. Ni los audios enlatados ni las superposiciones televisivas. El fútbol volvió, pero lo hizo mutilado.

Algún día volverá a ser como antes, pero por el momento no se ve la fecha en la que los estadios vuelvan a tener público en Primera y Segunda División. Mientras sí lo harán (al menos así está acordado en principio), los de Segunda B y dependiendo de la comunidad autónoma y con aforos muy reducidos.

Los clubes españoles han llevado a cabo sus campañas de abonados con la esperanza de que la situación cambie a lo largo del campeonato, pero nada hace indicar que pueda ser así a corto plazo.

Se mira de reojo qué ocurre en otras ligas europeas y hoy se ha conocido que la Premier League ha dado marcha atrás al plan que preveía el regreso del público a partir del 1 de octubre solo para un millar de espectadores, después de que el gobierno de Boris Johnson suspenda tal medida.