Dejando atrás el partido del domingo sin saber si la culpa de la pérdida de los 2 puntos fue del árbitro, de Piterman con sus cambios, de Oli con los suyos o de la fortuna, habrá que ir pensando en el de Albacete. No queda otra.

La solidez defensiva llegó por fin al cuadro amarillo durante los primeros tres cuartos de partido (algo fundamental en esta categoría) y sería lo ideal que eso siguiera ocurriendo en las siguientes jornadas. Pero la expulsión de De Quintana ocasiona que haya que retocar la zaga en la próxima jornada. Oli tendrá que elegir si hacerlo con una sola pincelada (sustituyendo sólo al central por Chico o Fleurquin) o con dos cambios colocando a César de nuevo en el centro y dando entrada a uno de los dos laterales que no venían jugando últimamente. El ex del Eibar ha demostrado su contundencia en la banda derecha y aporta contundencia aérea a esa zona. Cuando el colegiado mandó a la caseta a Ramón, Oli mandó quitarse el chándal al canterano aunque después se arrepintiera y optara por no agotar el tercer cambio.

La cuestión es simple: ¿retocar dos puestos de cuatro o sólo uno? Sea lo que fuere lo importante es acertar y poder traernos los tres puntos de Albacete para no perder demasiada distancia con el grupo cabecero. Y, para ello, la solidez defensiva en la retaguardia tiene que ser un pilar básico en el juego colectivo.

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