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¿Remamos todos juntos?
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29.03.2010 |
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Siempre se ha dicho que en Cádiz no gustan ni los taladros ni las espiochas, pero hay que ver lo que gusta un remo. “Tenemos que remar todos juntos en la misma dirección”, ese es el mensaje que repite la directiva cadista cada vez que las cosas no funcionan en el aspecto deportivo. El problema es que quien no rema es precisamente quien lanza el mensaje. Se pide a la afición que reme y el resultado es que casi se llena el estadio; se pide lo mismo a la prensa y, quién más quien menos, publica cuentas para afirmar que no está todo perdido; se pide a la plantilla que se esfuerce y lo hace, con muy mal resultado, pero lo hace. Sin embargo, el que no rema es el emisor del mensaje, que se deja llevar por el vaivén de las olas esperando que el viento sople a favor para adelantar a cuatro barquitos más y llegar un poco antes a la orilla. Eso sin contar además con el problema añadido de que los capitanes del resto de barcos sí que reman y hacen un esfuerzo real para contar con los mejores remeros posibles en su equipo.
Los amarillos también se han esforzado para mejorar el paupérrimo mercado de verano, claro, en invierno llegó el Mágico serbio y un uruguayo cedido que es tan bueno tan bueno que sus compañeros no le entienden, así que juega él solo y no pasa el balón ni a la de tres. El Mágico no va ni convocado y el sudamericano intenta lucirse en solitario cuando la baja de algún titular le deja sitio. Para callar bocas se cambió de entrenador y ya se ha demostrado que no era ese el problema. Espárrago no mejora los números de Javier Gracia y el equipo sigue a la deriva, dando lamentables impresiones y celebrando un triste empate en Irún.
A la afición ya sólo le queda sufrir y animar para intentar que los remeros amarillos no empeoren su nivel a causa de los nervios, porque no hay más, tristemente, no hay más y con este equipo hay que terminar la temporada. Si para disputar una carrera de cien metros se ficha a un cojo, entiendo que mientras esté corriendo y veamos que se esfuerza hay que animarlo. “¡Bien, chaval, tú puedes, venga vamos!” y así hasta que cruce la línea de meta. No se le puede exigir más a quien da todo lo que tiene, a quien se deben pedir cuentas es a la persona que ha fichado a ese deportista para competir y, apunto más alto, a quien marca un ínfimo tope de presupuesto al que ficha y hace que sólo queden en el mercado los retales del resto de equipos. Justamente quien, jugándose el equipo lo que se juega, envía a sus remeros a darse una paliza en tren horas antes de actuar. A galeras a remar.
Álvaro Geneiro
Información Cádiz