Fieles a la fiebre amarilla
Cádiz se viste de un solo color cuando el equipo salta al Carranza, es una fiesta que se renueva cada día de partido fiel a la idiosincrasia que define a toda una ciudad.
* MONTSE SANS (18/12/2005)
El Cádiz CF es mucho más que el equipo de una ciudad. Ya ha superado la categoría de identidad y de sentimiento deportivo para convertirse en un fenómeno social capaz de arrastrar a personas de todas las edades, gaditanos o no, que siguen con fuerza inquebrantable y grandes dosis de buen humor el devenir de un club, su club, que aspira a mantenerse durante muchos años en la máxima categoría del fútbol español.
La vuelta del Cádiz CF a la Primera División del fútbol español ha supuesto la recompensa a una afición que siempre se ha desvivido por su equipo, a pesar de situaciones precarias y de malos gestores en algunas etapas. Una recompensa sin duda merecida para unos seguidores de fútbol que en Primera, Segunda A y Segunda B han seguido cada paso de su equipo y lo han apoyado hasta conseguir llegar a la felicidad de disfrutar de la División de Honor.
Sin duda, el Cádiz CF es más que un club, más que una identidad, más que un sentimiento, pues ha llegado a devenir en fenómeno social capaz de arrastrar a gaditanos y no gaditanos, mujeres y hombres, jóvenes y mayores, más o menos fanáticos, pero con un aspecto común a una hinchada sobresaliente: grandes dosis de buen humor. Este humor gaditano, presente siempre en la ciudad y valedor para sobreponerse a situaciones económicas no siempre fáciles, se combina con la fidelidad a los colores del equipo de la ciudad para crear el cóctel perfecto, capaz de llamar la atención del público de toda España y del extranjero. No en vano se ha convertido en algo habitual en Carranza que acudan corresponsales y redactores de medios de comunicación extranjeros, atraídos por el fenómeno "cadista", que ha conseguido traspasar el Puente Carranza y llegar fuera de nuestras fronteras. De hecho, en el último partido en Cádiz se encontraba un redactor de la publicación alemana Die Zeit , que buscaba la inspiración para escribir sobre la furia cadista y se mostraba fascinado por el espectáculo.
«Cadizmanía»
Y es que el sentimiento cadista no es seguido sólo por lo gaditanos, sino que cada vez son más los seguidores de fútbol, o no, que muestran su simpatía hacia el equipo amarillo. Se da la circunstancia de que la tienda oficial del Cádiz CF se ha convertido en uno de los reclamos turísticos de la ciudad, por donde pasan los visitantes de la bella bahía gaditana para adquirir algún recuerdo del equipo. Es curiosa la faceta económica que engloba la "Cádizmanía", ya que incluso las tiendas multiprecios (antes conocidas como "Todo a cien") cuentan con variados objetos en los que incluyen el escudo del Cádiz, ya se sabe, hay que hacer negocio sobre seguro...
Ya son famosos los gritos de esa afición en el templo de la familia cadista, el estadio Ramón de Carranza, donde, jornada a jornada, se siguen con "buen rollo" las jugadas de ambos equipos, que se adornan con los conocidos "Ese Cádi, oé!" o "Esto es Cádiz y aquí hay que...", entre otras coletillas que se dedican a los porteros y a los árbitros según su actuación. Hay que tener en cuenta que esta idiosincrasia gaditana no ha surgido por el ascenso del equipo, ni mucho menos. Es milenaria.
Carnavales en pleno mes de diciembre
Cádiz, de fiesta con la visita del Barça
Joan Poquí
No estaba Ronaldinho por su inoportuna debilidad, pero aun así la visita del Barça hizo de Cádiz, una ciudad en fiestas. Un Carnaval en diciembre, aunque en realidad a las gentes de estas tierras les cuesta poco improvisar una fiesta carnavelera en cualquier época del año, venga el Barça o no venga, juegue Ronaldinho o no. Un slogan impreso en las camisetas de 'souvenir' que se venden en los comercios habla bien a las claras del carácter diferencial que supone ser gaditano: “Lo siento, pisha, no to er mundo pué ser de Cai”.
Hemos dicho que Ronaldinho no se encontraba ayer en Cádiz... y eso es una media verdad: debemos matizar que 'Ronnie' no estuvo en carne y hueso pero sí en forma de un simpatiquísimo imitador, un hincha del Cádiz con melena calcada a la del crack que tomó las riendas en ausencia de éste.
El 'Ronnie de Cai' se personó en el hotel del Barça e intentó darse a conocer con el salero propio de su genes. Embutido en una camiseta amarilla con el '7' a la espalda repartió gracias y se hartó de emular el típico saludo surfero de Ronaldinho. Eso por lo que respecta a las horas previas al partido, porque su actuación tuvo continuidad en el Ramón de Carranza.
Antes de tomar asiento fue ovacionado, sentado no dejó de cautivar a fotógrafos y cámaras de TV y vivió su momento estelar cuando intentó dar la vuelta de honor al perímetro del campo. Llegó hasta la portería Valdés, donde le jalearon y piropearon por igual, e intentó alcanzar la meta local, viéndose frenado sin embargo por las fuerzas del orden. Daba igual. Para él el día de ayer fue y siempre será inolvidable.
Y es que la condición de gaditano imprime a las personas una especial alegría de vivir, una especie de sempiterno optimismo que confiere a la ciudad un clima amable y cálido, por mucho que las temperaturas hayan bajado, incluso en Cádiz. El centenar de seguidores barcelonistas desplazados a la 'Tacita de Plata' pueden dar fe de la hospitalidad gaditana. Un primer grupo, con numerosos niños que hoy son un poco más felices gracias al buen trato dispensado por los cracks azulgrana, viajaron con la expedión. Otros grupos se desplazaron a Cádiz por su cuenta y han aprovechado para disfrutar de unos días de vacaciones.
La jornada fue declarada 'Jornada contra el Racismo', dentro de la organización de Jornadas contra el Racismo en las que participan el CSD y la LFP, entre otros organismos. Los jugadores saltaron al campo con pancartas y mostraron tarjeta roja al racismo.
En el césped y en las gradas proseguía la fiesta e incluso asistimos a un concierto de llaves: cuando se acerca la Navidad y vas al Ramón de Carranza te pones en pie, las sacas del bolsillo y las agitas al son de un villancico.
Como ya había hecho el pasado mes de agosto en el Trofeo Carranza, el Barça volvió a dejar huella en Cádiz. Y la afición vivió su propia fiesta, con incesantes cánticos y agudizando constantemente el ingenio para hacer de cada partido un pequeño Carnaval.
"Hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual". Una semana antes de la fiestas, Cádiz vivió ayer una Nochebuena. Regalo para una afición que señala en rojo cada encuentro en el que su equipo es el anfitrión.
Llegó a la ciudad el todopoderoso Barcelona. La última tecnología digital salió ayer de casa para captar la imagen de un equipo que en la última década jamás piso el estadio Ramón de Carranza. Cámaras, vídeos, móviles, cualquier aparato fue válido para guardar para siempre tan señalada fecha. Luego vinieron los goles azulgrana, pero la juerga continuó.
Una afición excelente que jamás dejó de apoyar a los suyos.
Un Cádiz que salió muy valiente, y arropadísimo por su afición que gane o pierda su Cádiz, nunca le faltan ganas de juerga.
Una afición impresionante. La actitud de los seguidores gaditanos a lo largo de todo el partido fue para quitarse el sombrero. Apoyó en todo momento a su equipo, pese a que la sensación de impotencia era bestial. Así deberían actuar todas.
El público local, la inigualable afición amarilla, demostró una vez más de lo que es capaz y al son de cánticos, risas y espontáneos devoró los minutos restantes sin caer en el aburrimiento en ningún momento.
"¡Esto es Cádiz, aquí hay que mamar!", empezó cantando el personal amarillo. Y, ciertamente, el conjunto de Víctor Espárrago arrancó como si estuviese poseido por una fuerza especial. Nada de dudas, ni sospechas, simplemente coraje, amor por los colores, ganas de complacer a la mejor afición del mundo. --"¡Escribe, escribe, que ésta sí es la mejor afición del mundo!", exigía al periodista un seguidor azulgrana-- y deseos de romper la racha de tres puntos en siete partidos. El Cádiz apretó, ahogó, asustó a los barcelonistas, pero poco más."Hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual. ¡Alcohol, alcohol, alcohol!", coreaba el estadio empujado por la peña hepatitis (porque son amarillos, claro).
"Cádiz, mi buen amigo, este año volveremos a estar contigo", coreaba la gente mientras un Ronaldinho de ficción, acompañado de un médico de mentira, se paseaba por las gradas, en homenaje al ídolo mundial."Me la suda donde el equipo juegue porque nadie podrá robarme la ilusión", continuaba cantando la afición, entusiasmada ya con el doctor de broma, el Ronaldinho de mentira.UNA FIESTA Resuelto el partido, feliz el Barça, resignado el Cádiz y desenfrenada la marea amarilla, el partido se convirtió en una fiesta, en un carnaval.
El público local, la inigualable afición amarilla, demostró una vez más de lo que es capaz y al son de cánticos, risas y espontáneos devoró los minutos restantes sin caer en el aburrimiento en ningún momento.