La familia del doctor José Antonio Rodríguez Murillo queremos agradecer públicamente las muestras de cariño recibidas tras su fallecimiento, el martes 12 de febrero de 2019. En especial queremos mostrar nuestra gratitud al Ayuntamiento de Cádiz, Universidad de Cádiz, Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz, Asociación de Reyes Magos, Cádiz CF SAD (principalmente en la persona de su presidente Manuel Vizcaíno, por el minuto de silencio, celebrado en el partido con el Tenerife), a sus amigos Mikel Elorza, Marcos Zilbermann, Gianni Campos y Carmen, Pepe Ruiz y Miguel Cuesta. Y a la persona que mandó una corona anónima con el lema Nunca te olvidaré. También queremos dar las gracias a Carlos Medina, por los artículos publicados en Diario de Cádiz y ¡Ese Cádiz…Oé!; al Diario, La Voz, a Francisco Márquez, Portal Cadista e Ignacio de la Varga, por las palabras y líneas tan bellas que nos hicieron llegar desde sus medios de comunicación, así como al Dr. Antonio Fernández-Repeto.
De la misma manera, queremos mostrar nuestra gratitud a todos aquellos que le apoyaron y ayudaron a lo largo de su enfermedad. En especial a los Servicios de Nefrología y Cardiología de los Hospitales de Puerta del Mar, y Puerto Real, Centro de Salud La Laguna, a los Dres. César Remón Rodríguez, Pedro Quirós Ganga, Manuel Ceballos Guerrero, y José Crespo Benítez, a su cuidador personal Eduardo Funez Ochoa, a la farmacia Miguel Ángel Berraquero, y al servicio de ambulancias SSG.
Explicar lo que significa Pepe para esta ciudad es imposible sin hablar de su abuelo, el Dr. José Rodríguez López; su tío, el Dr. Manuel Rodríguez Morales, y su padre, el Dr. José Antonio Rodríguez Morales. Ellos representan una manera de entender la Medicina y la vida basada en el altruismo, la fraternidad, y la concordia. Siempre dispuestos a ayudar al enfermo sin reparar en horarios ni emolumentos. Ejercían su profesión veinticuatro horas al día sin esperar nada a cambio más allá que la mejora del paciente. Ese es el legado que nos dejan, y esa es la mejor manera de honrarlos, haciendo nuestras la abnegación y el amor con el que trataban a las personas que conocían. Celebremos por tanto la vida, porque allí donde haya amor y armonía estarán ellos.
Será casi imposible, pero ojalá podamos dárselas personalmente en el funeral que, por su eterno descanso, tendremos el lunes, día 25, a las 19:30 horas, en la parroquia de San Antonio. A todos muchas gracias.
María Isabel Valero Ballesteros