El cadismo soñó durante muchos minutos con hacer algo grande en el Santiago Bernabeu. En ningún momento mereció tanto castigo como el que final reflejó el marcado. El equipo amarillo hizo un gran partido y puso en evidencia a todo un Real Madrid con un presupuesto estratosférico. Un equipo blanco que en la primera parte vio cómo los de Víctor Espárrago no iban de vacaciones a la capital. El espectáculo amarillo que se estaba viviendo tanto en la grada como en los aledaños del coliseo merengue estalló cuando “El Cacique” Medina recogió un balón cerca del área pequeña de Casillas y perforó la portería del Real Madrid. Los de López Caro y el público madridista veían cómo un equipo humilde les pintaba la cara en su propio estadio.

Finalmente, tres individualidades de Roberto Carlos, David Beckham y Robinho terminaban por dar al traste las esperanzas amarillas.

Pero más allá de puntuar o no el Bernabéu tenemos que estar orgullosos de un equipo que ha sabido plantarle cara a un rival tan superior en teoría. Este Cádiz va a darnos muchas alegrías y nuestra afición ha dado muestra, una vez más, de cómo el fútbol se convierte en fiesta cuando se tiñe de amarillo. Un aplauso para nuestros jugadores y, como no, para los más de 6.000 cadistas que han protagonizado el desplazamiento liguero más espectacular de los últimos años en la Primera División española.

La semana que viene, la fiesta debe continuar. Pero ahora en Carranza y contra el Rácing de Santander.