El Cádiz ayer encajaba más de dos goles por segunda vez esta temporada. El filial granadinista tuvo demasiadas ocasiones de gol ante un equipo que en jornadas anteriores se había mostrado muy serio en defensa. Cierto es que la lesión de Andrés hizo modificar dos puestos de la zaga con Dalmau como lateral derecho y Ceballos pasando al zurdo, pero no debe ser excusa para explicar la mala imagen del equipo en el plano defensivo.
El mayor problema de todos fue que los de Antonio Calderón en muy pocos momentos supieron marcar el ritmo del encuentro, siendo éste anodino en muchísimos minutos y contagiándose en demasiadas ocasiones en tan bisoño como el equipo rival. Algo imperdonable con los futbolistas que estaban el campo.
Ninguno de los jugadores cadistas aprobaron ayer en esa faceta. Desde Aragoneses hasta el último atacante. Si algo había demostrado el Cádiz hasta ahora con el técnico gaditano al mando es que la solidaridad defensiva iba a ser una de sus virtudes. En Granada eso desapareció de un plumazo. Esperemos que sea cosa de un solo partido y que el orden vuelva de nuevo a Carranza ante el Sevilla Atlético. Queda muy poco para el final para ir dando pasos hacia atrás.