El Cádiz lograba adelantarse en el marcador pasada la media hora ante el Real Oviedo en el Carlos Tariere con un tanto que rompería los esquemas de aquellos que defienden que el juego del Cádiz es directo, vertical y tiene poco de combinativo.
Alberto Cifuentes recogía un balón en el área y con su mano derecho lo mandaba sobre Espino. El lateral zurdo encontraba el apoyo de Álex Fernández en el centro del campo, quien desde la medular acababa abriendo aún más el juego a Perea. El 10 esperaba sobre la cal y conecta con Garrido quien, al primer toque, vuelve a encontrar el apoyo de ‘El Pacha’, quien a su vez y de nuevo de primeras lo hace con Álex y el madrileño una vez más con el vasco.
Ya la jugada estaba en campo contrario y aumentaba la velocidad de la circulación del balón. Garrido cambia la orientación del juego con un pase a la derecha de Iza y éste culmina con otro a la banda a Salvi. Ahí es donde el sanluqueño galopa acompañado de su marcador por su carril para poner un centro medido al corazón del área donde el máximo anotador del Cádiz, su pelirrojo de oro Álex Fernández, cazara de un bello testarazo un balón al que los comentaristas de TV bautizaron como “un verdadero caramelito” y pusiera el 0-1 en el marcador del estadio asturiano.
Transcurrieron 31 segundos desde que el balón saliera de las manos de Cifuentes hasta que acabara traspasando la línea de gol. Once pases entre siete jugadores, pasando el balón de costado a costado y sin que el rival la oliera. Un gol para enmarcar.