El Cádiz viajaba a Vallecas con las maletas llenas de ilusión tras su gran partido en casa ante el Betis y después de encadenar cinco partidos invicto con una victoria y un empate. Pero también con el recuerdo todavía algo reciente de lo sucedido la pasada campaña, en ese mismo estadio, en un choque que empezó a poner de manifiesto el mal rumbo del equipo y que acabó con el cese de Álvaro Cervera. No solo por el juego en sí de los amarillos, que también fue nefasto, sino por lo ocurrido después.

Y de nuevo ha pasado, al menos en lo futbolístico. Porque el Cádiz ha dado, en casa de su rival más querido por la afición amarilla, una imagen paupérrima. Todo ello a pesar de que el técnico haya querido endulzarlo en rueda de prensa centrándose en lo ocurrido tras el penalti y la expulsión de Iza. Lo cierto es que el Cádiz no ha hecho acto de presencia en el césped. Todo lo ha hecho mal defendiendo y atacando y, para colmo, no tuvo el oficio de al menos cerrar la primera mitad con el primer duro golpe sino que se dejó encajar el segundo en plena mandíbula, para prácticamente hincar la rodilla en la lona en toda la segunda mitad.

La fiesta ha estado servida en la grada y en los aledaños del Estadio de Vallecas, como siempre. Pero en el césped el invitado solo fue el equipo local, porque el visitante fue un simple espectador. Hoy el Cádiz ha sido un equipo chico, muy chico. Y aunque Sergio ha dicho que ojalá sirva para despertar, lo cierto es que los dos próximos rivales son Atlético de Madrid, Getafe y Real Madrid.