Rubén Alcaraz fue uno de los nombres propios del empate sin goles entre el Cádiz CF y la SD Eibar. El centrocampista fue despedido con pitos por parte de un sector de la grada cuando fue sustituido en el minuto 83 por Diakité.

La reacción del público no pasó desapercibida, especialmente tratándose de un jugador que ha sido pieza clave en temporadas anteriores y que llegó a portar el brazalete de capitán. Su salida del terreno de juego fue acompañada por una mezcla de murmullos y silbidos, reflejo de un descontento creciente que conecta con el momento del equipo, estancado en media tabla y sin el empuje suficiente para aspirar al playoff.

Alcaraz, que formó en el doble pivote junto a Fede San Emeterio, tuvo una actuación discreta en un encuentro muy trabado, con un primer tiempo lleno de interrupciones por las faltas del rival y una segunda mitad en la que el Cádiz CF no logró imponerse en el centro del campo. Aunque cumplió en la organización y el trabajo defensivo, no fue capaz de generar juego ni conectar con la línea ofensiva, algo que viene marcando parte de la frustración de la afición amarilla en las últimas jornadas.

Los pitos no son un hecho aislado. En semanas anteriores, ya se habían escuchado críticas puntuales desde la grada hacia algunos nombres del once titular. En esta ocasión, el foco recayó sobre Rubén Alcaraz, reflejando el desgaste en la relación entre parte de la afición y jugadores que arrastran minutos y responsabilidad sin conseguir el rendimiento esperado.