Fuimos unos cien y poco los aficionados cadistas que tuvimos la oportunidad de ir a Huesca. Algunos tras trece horas de autobús (son necesarias lógicamente dos o tres paradas) a una tierra que con todos los respetos no tienen gran cosa que ver. O sea, que no se iba por turismo precisamente.

La mayoría era gente muy joven que lo hace desinteresadamente, no esperando nada a cambio por tan alto sacrificio personal. Sólo la alegría de ver a tu equipo ganar o por lo menos dar la cara.

No se dio ni lo uno ni lo otro. Quizás por el inminente final de liga y que el profesional ya tiene la cabeza en su futuro en la próxima temporada el partido para algunos no era lo más importante. Y la directiva o es engañada o engaña a su vez a la afición. No hay más.

En fin la sensación a final del partido era de desolación en aquel pequeño rincón del fondo de El Alcoraz, casi a ras del terreno de juego. Algunos manifestaban su impotencia con gritos, la mayoría ya no tenía fuerzas ni para eso, sólo ganas de coger el largo camino de vuelta cuanto antes y acabar con aquella pesadilla.

Una cosa es segura ,los aficionados y aficionadas cadistas están por encima de casi todo lo que rodea al club, intereses profesionales o económicos incluidos.

Algún día volverá a brillar el sol en los corazones amarillos si no se cargan antes la ilusión de la mayoría, que todo puede ocurrir. Esperemos que la gracia de aquel Mágico siga brillando en el pensamiento de todos y todas como sublimación del arte y los logros por venir.