Producto de la factoría culé en una Massía que por aquel entonces daba los frutos de un trabajo de cantera basado en el ideal holandés impuesto por Johan Cruyff. La técnica del futbolista era tan importante como su condición técnica y en Nano se daban esas dos virtudes de manera prematura. Era espectacular ver como un jugador de su envergadura derrochaba tanta calidad en el césped. Un amigo mío, enamorado de todo lo que rodeaba al técnico holandés, no paraba de repetírmelo cuando hablaba de Nano: «parece holandés», me decía.
Fernando Macedo (Nano) llegó al cadete del Barça y desde allí su ascensión al primer equipo fue meteórica. Fue otro paisano de Cruyff (Van Gaal) quien sorprendió a todos llevando a la pretemporada veraniega del 99 en Hoenderloo a hombres como Xavi, Gabri, Nano, Reina y Mario Rosas.
Pero poco antes de todo eso, ocurrió algo que algunos piensan que fue crucial a la hora de frenar la carrera de tan fenomenal futbolista. Era un momento en el que el fútbol se encontraba boyante de dinero por el boom de los contratos televisivos y los clubes se peleaban por pagar lo que fuera por grandes promesas. El Ásenal estaba dispuesto a tirar la casa por la ventana para hacerse con el jóven zurdo blaugrana y Joan Gaspart, acostumbrado a despilfarrar dinero, no quería perder a una de las joyas de la cantera. Cubrió de dinero al jugador llegando a cobrar éste 100 millones de las antiguas pesetas por temporada, una cantidad de dinero que en muchos casos suelen distraer la cabeza de jugadores jóvenes.
Una inoportuna lesión de tobillo lo tuvo en el dique seco durante mucho tiempo esa temporada y Van Gaal dejó de contar con él para el primer equipo. Las cinco siguiente temporadas jugó en el filial. En la temporada 2003-2004 recaló en el Atlético de Madrid donde ni con Manzano ni con César Ferrando tuvo la continuidad que necesitaba su puesto. Finalmente, recaló en el Getafe donde tampoco pudo despertar de su letargo futbolístico disputando muy pocos encuentros.