“El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Winston S. Churchill.

Algo había que hacer. Ya lo que quedaba era  que pusiera  a Güiza de portero, a Abel Gómez  (que a estas alturas todavía no está en su mejor momento)  de taquillero o a Juanito Marchante de delantero rompedor. Daba igual, el equipo estaba roto. Sin salir del vestuario ya se sabía que lo que fuera no iba a funcionar.

En Almería tocó por enésima vez otra  imagen penosa y hacer el ridi por esos campos de Dios. O echaban a Claudio o Claudio nos echaba a todos.  Cada partido era otro ladrillo en el muro, un quiero y no puedo, un vivo sin vivir en mí, un –no sé si me explico- si te he visto no me acuerdo, te espero en Villamartín.

Las cosas del fútbol,  a Claudio lo sustituye Cervera pero quien lo echa es Cervero cuando se rompió el sueño de una noche de verano aquella tarde de primavera en Oviedo. Ese fue el principio de su fin, el resto tierra conquistada, un empecinamiento innecesario del presidente -en otro fracaso más-   por alargar un ciclo que no conducía a ninguna parte, porque el proyecto futbolístico del  míster estaba  como el Chesterfield sin boquilla en los estancos: agotado, elija otro. Una lástima.

Ahora a los jugadores se les acabaron las excusas. Los pesos pesados de la plantilla tendrán que demostrar que una pechá de años no es la única cualidad de la veteranía. En el Complejo se ven cada sábado “veteranos” con 12 añitos capaces de echarse equipos a sus espaldas y con más criterio que estos de treinta y muchos.

Tan vergonzosa fue la actitud de los futbolistas en el pasto como intolerable la de los vándalos que pagaron su frustración con los coches del equipo en el Rosal. Esos no son cadistas, la afición del Cádiz,  hasta en los peores momentos,  siempre tuvo mucho arte para mostrar su disconformidad y no precisamente con estas deplorables salvajadas  ni con charlotadas como vacilar quemando entradas, cual Guy Montag de pampringao.

Quedan cuatro partidos de liga y ojalá que seis más de Play off. Esperemos  que la decisión no se haya tomado demasiado tarde y sea el tanto nadar para morir en la orilla nuestro de cada temporada.

Ojalá que el Churchill de Nervión  nos lleve de fracaso en fracaso hasta la victoria final,  o nos veremos en segunda be otro añito más. Con Adidas, eso sí, más bonitos que un San Luis.

José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Portal Cadista, 8TV y SER Deportivos Cádiz.