El Real Oviedo quiso ambientar tanto el estadio Carlos Tartiere, que no le bastaba tan solo con el espectáculo de color que sus aficionados exhibieron en sus gradas. El club oviedista, además, instaló grandes altavoces para potenciar el sonido del majestuoso estadio y los ajustó a un fuerte volúmen para que la música y la megafonía se pudiesen escuchar en todo el recinto deportivo.

Casualidad o no, lo cierto es que estos altavoces quedaron ubicados muy próximos a la grada cadista del Tartiere y alguno de ellos apuntando directamente a un sector de aficionados amarillos que, quejosos como es lógico, expresaron su malestar por el 'regalo' en forma de fuertes decibelios se encontraron en su llegada al estadio ovetense o bien a la salida del partido o bien posteriormente en redes sociales.

Pero ni la música ni los más de 25.000 oviedistas amilanaron a los cadistas, que se dejaron oír como nunca a pesar de las adversidades y las dificultades.