Ambiente de fiesta, cánticos de ánimos mutuos, sidras compartidas, humor y buen rollo. Lo disfrutado por los aficionados cadistas desplazados a Oviedo no se podrá olvidar fácilmente, ya que la fiesta del fútbol se vivió más allá de un Carlos Tartiere que se vistió de gala para el playoff.

Todo iba transcurriendo a las mil maravillas, con las dos aficiones en una perfecta armonía que se vio interrumpida con la aparición de unos pocos violentos que, bengalas en mano, irrumpieron en una escena que no hacía presagiar nada bueno, como así sucedió.

Hubo momentos de tensión entre los cadistas que se concentraron en las afueras del Carlos Tartiere para animar a su equipo a la llegada del autobús, el cual no lograron ver entrar. Niños, jóvenes y personas mayores tuvieron que salir a la carrera para acceder al graderío y así evitar la ‘caza del cadista’ que los cafres que utilizan el fútbol como excusa para generar violencia pretendían realizar a base de lanzamiento de bengalas, palos, botellas o mecheros.

Pero a pesar de ese suceso, repudiado por los propios aficionados oviedistas de manera inmediata, dentro del Carlos Tartiere continuó la fiesta y los aplausos mutuos entre aficiones se sucedieron. Los violentos no pudieron con la fiesta del fútbol.