El pasado sábado uno de los focos del fútbol a nivel mundial estaba puesto en el Estadio Carranza, en el partido que enfrentó al Cádiz CF y al FC Barcelona y que contra todo pronóstico ganaba el equipo cadista. Tres puntos de oro ante un equipo que tiene en sus filas al mejor jugador de la historia del fútbol, que aún no sabe lo que es marcar en el estadio gaditano en partido oficial, y un elenco de estrellas que lo convierten en uno de los mejores equipos del mundo, aunque la clasificación en LaLiga Santander no lo refleje.
Con el Carranza desangelado por la ausencia de cadistas, varias fueron las escenas que se pudieron vivir in situ y que no salieron por televisión.
Nada más entrar al graderío sorprendía la nueva disposición de las luces de los fondos, concentradas en cuatro torres elevadas que ofrecen una mayor uniformidad de la iluminación aún si cabe que la que había anteriormente.
Tras el calentamiento de los equipos, hubo espectáculo de luces acompañadas de música de acción como paso previo a la locución de las alineaciones por parte del speaker del estadio. Esto sigue realizándose igual que cuando había público y al no poderse grabar por las limitaciones propias de los derechos de LaLiga los aficionados no pueden disfrutar ese momento, salvo lo que se retransmite por parte de la televisión.
Saltan los equipos y los únicos aplausos y ánimos que se escuchan son los de los jugadores de uno y otro equipo. Comienza el partido y por megafonía empieza a sonar en volúmen bajo cánticos de aficionados, en un intento de crear algo de ambiente, pero a años luz de ser algo cercano a la realidad. De hecho, al principio de la temporada ese audio se reproducía a un volúmen algo superior y hasta resultaba molesto.
Durante el partido resultaba cuanto menos sorprendente como los jugadores del Barcelona lo protestaban todo. Comenzaron a gritar "que hay falta" o "eso no es gol" tras el tanto de Álvaro Giménez; todas las faltas y tarjetas eran también reclamadas y cuando se alcanzó el minuto 90 se pudo escuchar como uno de ellos gritaba "tienes que dar por lo menos seis minutos". Con actitudes así daba la sensación de que el equipo pequeño era el culé, ya que en el Cádiz CF no se escuchaba apenas ninguna queja, salvo alguna voz de David Navarro o de Enrique Ortiz.
En el graderío cadista sí se escuchaban ánimos, muchos ánimos a los compañeros. En el tramo final del partido todos los alientos iban para un jugador. "Vamos Bobby", gritaban los jugadores del banquillo y los que no estaban en la convocatoria, conscientes de las dolencias que Bobby Adekanye sufría y que le impedían estar al cien por cien, y las necesidades del equipo en defensa con la presencia del nigeriano, que fue uno de los que con criterio se incorporaron al ataque.
Pocos segundos antes de la finalización del partido todos los jugadores se agolparon en las escaleras de tribuna para bajar al césped y una vez el árbitro pitó el final se fundieron en un fuerte abrazo celebrando la gesta histórica que se había conseguido venciendo al FC Barcelona en Carranza.