El nuevo técnico del San Roque de Lepe llega al banquillo del conjunto onubense con el complicado objetivo de cambiar una dinámica negativa en poco tiempo. Se ha encontrado, asegura, con un vestuario receptivo y con ganas de agradar. “Cuando hay un cambio en el banquillo es lógico que el vestuario se lo tome como un nuevo punto de partida para todos. Todos quieren impresionar e intentar agradar con lo que puede hacer. Por lo que, en cuanto a intensidad y ganas, la respuesta ha sido muy buena”.

Son apenas tres entrenamientos en los que ha podido dar unas nociones de lo que quiere ante el Cádiz. “Cada partido es de once contra once. Vamos a estudiar al rival, pero no tenemos que mirar contra quien jugamos porque son tres puntos y en fútbol se puede ganar cualquier partido. Sobre todo, me importa mucho mi equipo. En tres días no puedo pedirles que hagan todo lo que quiero que hagan. Tampoco podemos darle una información muy detallada del rival porque lo vamos a volver locos si queremos que cojan todo eso en tres días. En estos tres días lo que queremos es que cada uno rinda al máximo de su potencial y que salga lo que les vamos a plantear para este partido. Si hacemos las cosas bien tendremos muchas posibilidades.

No saturar con demasiada información a sus jugadores y hacer que con pocas cosas vaya surgiendo la confianza en ellos. “Si intentamos manejar doscientas cosas a la vez, será en cambio muy complicado. Además, se hace por cuestión de confianza. Si tienes dos o tres conceptos claros y definidos, si te salen bien te hace confiar”.