Un empate a uno en el Ramón de Carranza sirvió para que el equipo amarillo se alzara con el primer campeonato de Segunda B de la historia. Un trofeo que, a pesar de no tener ninguna historia y que no le será entregado hasta el mes de julio, había que competir para conseguirlo.
El partido, al que no asistió el público que todo el mundo esperaba, estuvo marcado por las ocasiones clarísimas que los de Javier Gracia dejaron pasar. En la primera mitad Carlos Caballero tuvo hasta tres manos a manos con el portero sin éxito.
El peso del partido lo llevó en todo momento el Cádiz ante un Cartagena que ofreció muy poco fútbol. En su banquillo, para colmo, estaba un Paco Jémez que ya sabía que no iba a continuar la próxima temporada.
En el minuto 34 una jugada por la derecha y en la que hubo algún semifallo, el balón llegó a Rubiato (autor también de los dos goles del partido de ida) y éste no perdonó. El Cádiz se ponía por delante pero poco duró esa ventaja. Cuatro minutos después Armando cabeceaba una falta que la zaga cadista no defendió como ha solido hacer durante toda la temporada.
Aún así el Cádiz pudo volverse a poner por delante en el marcador con algunas acciones más que no fructificaron.
La temporada, ahora sí, tocó a su fin y lo hizo de la mejor manera posible. Sólo estuvo empañado por aquellos aficionados que saltaron al terreno de juego al final del partido y que impidieron que los jugadores celebraran el título con el resto de cadistas que estaban en las gradas.
Ficha del partido.
Cádiz CF: Dani, Cristian, Mansilla, Juanma Delgado, Cifuentes, Ormazábal, Erice, López Silva, Caballero (Fleurquin, 85’), Fran Cortés (Rosu, 82’) y Rubiato (Toedtli, 62’).
FC Cartagena: Castilla, López, Txiqui, Héctor, Viyuela (Nano, 62’), Carmona, Armando, Eloy, Juan Pablo (Addison, 80’), Mena y Miki (Falcón, 75’).
Goles:
1-0. Rubiato min. 34
1-1. Armando min. 38
Árbitro: Javier González Arévalo. Mostró amarilla a los locales Cristian y Ormazábal por parte del Cádiz CF y a Mena por el Cartagena.
Incidencias: unos 8.000 espectadores en las gradas del Ramón de Carranza. Los jugadores no pudieron celebrar en el césped el campeonato al ser invadido el mismo por algunos cientos de aficionados.