El Cádiz CF ha basado en las últimas temporadas gran parte de su juego en la fiabilidad defensiva. El orden en la parte de atrás y la capacidad de hacer que el rival genere pocas ocasiones de gol han sido la piedra angular de la idea de fútbol que tantos éxitos le ha dado de la mano de Álvaro Cervera. La campaña comenzó con la idea de que esa característica debía seguir inalterable, pero añadiendo algo más en ataque para hacer del Cádiz un equipo con más alternativas en la parte de arriba. Sin embargo los números dicen que esa mejor virtud se ha diluido por completo en lo que llevamos de campeonato: el Cádiz es el equipo más goleado de LaLiga Santander con 30 dianas en contra. Los cadistas, además, tan solo han logrado mantener su portería a cero en tres de los dieciséis partidos disputados.

Aunque siempre se ha mantenido que el trabajo defensivo es de todo el equipo, la zaga cadista ha sufrido no pocos cambios. Salvo en el lateral zurdo, en el que Espino lo ha jugado todo, el resto de posiciones de la defensa han tenido alternancia. En el eje de la misma se ha podido ver a Fali, Cala, Haroyan y Chust, con Marcos Mauro en menor medida. Tampoco el mediocentro se ha escapado de esas variaciones ya que han sido puestos por los que han pasado como titulares Jonsson, Fali, Álex Fernández o Bastida. También, como ocurriera en algunos partidos, incluso se ha optado por un trivote en esa zona.

Pruebas, cambios y alternativas que no han funcionado y que se han visto agravadas por la debilidad mostrada en balones aéreos, ya sean en centros laterales como a balón parado, así como en la falta de concentración en muchos inicios de partidos. Una situación preocupante que empeora aún más el ataque, porque cuando el Cádiz encaja goles su capacidad ofensiva también se resiente al desaparecer los espacios: el oxígeno del que respira el fútbol de Cervera.