El fin de semana ha estado dedicado a la Copa del Rey con la disputa de la ronda de dieciseisavos, la cual también se ha desarrollado a partido único como en las anteriores. Esta ha tenido un encuentro en el que la decisión arbitral ha llevado de manera lógica a compararla con lo ocurrido en el Arandina - Cádiz.

En el Unionistas - Villarreal, durante la prórroga un problema con la iluminación ha hecho bajar la intensidad de la misma y el colegiado de dicho encuentro ha decidido suspender el encuentro a pesar de que ambos conjuntos querían seguir disputándolo.

En el recuerdo está el choque en Aranda de Duero en el que el césped era una auténtica piscina. Antes del mismo operarios intentaban retirar hasta con vallas de señalización el agua, y a la hora del inicio el balón no botaba alguno ni rodaba sobre él. Las jugadas se convertían en dantescas en cada intento de hacerse con el esférico con los jugadores chapoteando entre grandes cantidades de agua durante todo el encuentro.
Cuesta mucho imaginar qué tipo de criterio se sigue en el fútbol español para decidir que un partido se suspenda y el otro se juegue como si nada pasara. Una disparidad a la hora de tomar decisiones que el Cádiz lleva sufriendo desde hace tiempo y que muy pocos llegan a entender.

Acta del Unionistas - Villarreal con la confirmación de que es el colegiado el que toma la decisión de suspenderlo.