Antonio Macías, descubridor de Kiko Narváez: “Le guardo un cariño especial, y él a mí”

Imagen: Trekant Media

Mañana (20:00 horas) se celebrará en el Ramón de Carranza el Cádiz – Real Zaragoza de la decimoséptima jornada de LaLiga 1|2|3. Un partido que, para los amantes del fútbol, trae recuerdos de aquel equipo cadista que un día decidió sellar su nombre entre los grandes de la máxima categoría, pero, sobre todo, traerá recuerdos al que fuera jugador del Atlético de Madrid, Kiko Narváez, que también quiso sumarse a la firma.

Corría el 9 de junio de 1991 cuando el Cádiz recibía al Real Zaragoza en el antiguo Carranza. Un partido dirigido por el colegiado José Francisco Pérez Sánchez. Jornada 38 de la Primera División y ambos equipos se jugaban el descenso directo o clasificarse para la promoción de permanencia. Un jovencísimo Kiko de 19 años saltaba al terreno de juego con el cero a cero en el marcador. Tras recibir el tanto de Higuera, Kiko provocó un penalti y marcó el gol de la remontada, dando los primeros pasos del que posteriormente terminaría siendo un gran futbolista a nivel nacional. Pasando a la historia del Cádiz Club de Fútbol.

Como toda buena historia, para conocer a la perfección la trama y el final que esconde hay que viajar al origen. Para ello, PORTAL CADISTA ha hablado con Antonio Macías Geneiro (Cádiz, 16/03/1957), actual jefe de estudios del Colegio Institución Provincial Gaditana de la Tacita de Plata y Hermano Mayor de la Cofradía del Descendimiento de Cádiz. Muchos no le conocerán, pero fue durante muchos años entrenador de la cantera cadista, donde dejó una huella imborrable, siendo el descubridor de Kiko Narváez.

¿Cómo se produjo su llegada al Cádiz?

Llegué al Cádiz en 1974 de la mano de Ramón Blanco. Estaba entrenando a un equipo de infantiles y la gente del Cádiz de aquel momento se fijó en mí, entonces entré en la nómina de entrenadores del Cádiz. Cuando José Antonio Guerrero subió al juvenil A y al quedar vacante su lugar lo ocupé yo, en los infantiles B, desde entonces estuve en el infantil B, infantil A, juvenil B y en la 86-87, que fue mi última en el Cádiz, entrené al Balón de Cádiz.

¿Qué tal fue su experiencia como técnico de la cantera cadista?

Yo entré siendo un chaval y me fui siendo padre de familia. Me formé como persona en el club. Tengo muchas anécdotas, recuerdo quedarme sin comer por hacer doblete con los infantiles. Unos jugaban en la Paz por la mañana y por la tarde irme en coche particular al Puerto con el Infantil A, con un bocadillo donde jugaban José González y Antonio Calderón, entre otros.

¿El recuerdo más bonito que guarda de aquella etapa?

La cantidad de futbolistas que salieron en ese momento, algunos de ellos llegaron a ser Sub-21. Me acuerdo de Kiko o Calderón.

¿Sigue informado acerca de la cantera del Cádiz?

Leo, con detenimiento, pero me reservo la opinión.

¿Por qué cree que ya no salen tantos jugadores de la cantera amarilla como antaño?

Yo siempre digo que no se pueden comparar las cosas, las etapas son diferentes, los medios son diferentes. El Cádiz que jugaba en Primera en aquellos años estaba construido sobre la cantera básicamente, con jugadores de Cádiz. Los mayores logros los obtuvieron jugadores de Cádiz. Tuvimos la suerte que aquella camada de jugadores fue muy buena, son ciclos que se producen y supimos aprovecharlo. Siempre pongo el ejemplo del Athletic de Bilbao, que puede estar 30 años sin ser campeón de liga y al que le toca el 33 se convierte en campeón de liga, pero la mentalidad de allí es muy distinta a la de Cádiz. Aquí hay un problema que es el tema de las urgencias, el equipo ha estado mucho tiempo en el pozo y se ha convertido en un equipo ascensor de Segunda B a Segunda, cuando debería ser de Segunda a Primera y eso influye en la mentalidad del futbolista.

En los últimos años solo se pueden contar tres jugadores que hayan salido con fuerza de la cantera. Chico Flores, Suso, Diego González…

Y ninguno de ellos se ha puesto la camiseta del Cádiz, salvo en ocasiones contadas que son anecdóticas. Es muy extraño. También es verdad que hoy en día el niño nace con el representante bajo el brazo y es muy difícil entrar en ese tema. Yo desconozco cómo se está trabajando eso hoy día, lo veo como un espectador más y desde la distancia. No me gusta ni ver el partido en directo y segundo tengo que respetar al del banquillo por ser compañero.

Si tuviera que darle un consejo al Cádiz en cuanto al tema de la cantera, ¿cuál sería?

Yo no soy nadie para dar consejos. Lo único que tiene que hacer el Cádiz ahora es mimar a sus ex jugadores y gente que ha trabajado allí para que entren en el servicio de ojeadores, y por supuesto, que el equipo en menos de cinco años esté en Primera. No es lo mismo que el jugador vea al primer equipo en Segunda B o Segunda que lo vea en Primera División con una cierta estabilidad.

Entrando en el caso de Kiko, ¿cómo surgió?

Estábamos viendo a otro futbolista de Jerez y de buenas a primeras fuimos a ver un partido donde jugaba Kiko. Nos habían hablado de un tal Narváez Manchón, que jugaba en el Pueblo Nuevo. Debutó el 16 de marzo de 1986 con la camiseta del Cádiz. Recuerdo que el Juvenil del Cádiz jugaba en División de Honor y cuando se desplazaba fuera venía Kiko los viernes, dormía en una pensión que había al lado de Plaza España con las vacantes del equipo que estaba fuera y al día siguiente jugaba. Si jugaba el domingo pues hacía lo mismo y entrenaba el sábado. Así estuvo la primera temporada, ya después se quedó fijo en la pensión. Estuvo conmigo en el Infantil, causó sensación en un partido que jugamos en Jerez con el Betis, Xerez Deportivo y Sevilla. Pasó al Juvenil y Ramón Blanco fue su padrino hasta que llegó al primer equipo.

¿Qué hizo para que usted se fijara en él?

Normalmente los jugadores buenos se ven desde chico, y a los malos también. Donde no te puedes equivocar, o al menos no debes, es en la medianía porque hay que saber si al final puede dar el salto o no. Hay jugadores que se les promociona demasiado pronto y al final resulta contraproducente.

¿Cómo se fraguó el fichaje?

Hablamos con el padre, hablamos con él, le hacía mucha ilusión vestir la camiseta del Cádiz y un técnico del Cádiz que vivía en Jerez, Pepe Varela, ya fallecido, me dijo que nos habíamos llevado un buen futbolista pero que había que hacerle trabajar.

Antes de ser jugador del Cádiz, entonces, habló personalmente con Kiko…

Personalmente hablé con Kiko antes de llegar al Cádiz. Yo me lo traje para acá, le buscamos un colegio en Cádiz, que fue el extinto colegio Valcárcel donde hizo junto con Cortijo la antigua formación profesional. No sé si Kiko terminó la formación profesional, pero sí sé que Miguel Ángel González Bazán, el antiguo entrenador de porteros, y Alfonso Cortijo sí la terminaron.

¿Qué tal era Kiko en las distancias cortas?

Era muy buena persona, tenía unos golpes geniales, yo me reía mucho con él, pero había que reeducarle un poquito y hacerle ver que el Cádiz no era el equipo de su barriada. No cabe duda que desde pequeño se le veían unas cualidades innatas.

¿Habló con él antes del famoso partido ante el Zaragoza?

No porque eso surge posteriormente a mi salida del Cádiz. Terminé en el 88, luego me llamó Hugo Vaca en la 89-90 para la secretaría técnica, colaboré con ellos y ya estaba Kiko más arriba. Coincidimos en el estadio alguna que otra vez, nos saludamos, pero yo sé que me aprecia igual que yo le aprecio a él.

¿Qué recuerda del partido que hizo Kiko?

Pues muy buen partido, pero donde más me hizo sufrir fue en la final olímpica de Barcelona y al final metió el gol, como no podía ser de otra manera, y nos dio la medalla de oro. Me agradó mucho cuando Ramón Blanco le hizo debutar, igual que cuando Luis Agüero se lo llevó al juvenil que, por cierto, te puedo contar que se dio un golpe en la cabeza, estuvo ingresado y fui a verle al hospital días después de ser operada mi mujer. Le tengo mucho cariño. Con 14 años ya jugaba en los juveniles de primer año, casi nada.

¿Ha vuelto a hablar con él?

No, sé que Portal Cadista hizo un reportaje hace unos años para un homenaje que le hicieron en Cadistas Finos y al aparecer yo se llevó un gran sorpresón porque no se lo esperaba. No he vuelto a hablar con él.

Si le tuviera delante ahora, ¿qué le diría?

Pues le diría, entre otras cosas, que enhorabuena, macho, desde chico se veía que ibas a llegar lejos.

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