Lo visto en las cinco primeras jornadas solo permitía pasos hacia adelante tanto en el juego como en el resultado y en La Condomina se dio un paso atrás… y de los grandes. Ante el UCAM percibimos a un equipo con poca o nula personalidad, algo que en el fútbol es uno de los grandes pecados capitales y que puede derivar en algo aun peor: la pérdida de respeto por parte del contrario. Tenemos experiencia más que sobrada de rivales que huelen la sangre en Carranza con demasiada facilidad cuando hay zozobra, por ello es más que importante que el domingo esta se camufle con un Cádiz que muestre más virtudes que defectos y que lo haga desde el primer momento.

Buscar responsables a estas alturas (culpables siempre me ha parecido una palabra equivocada en estos casos) es más desaconsejable que buscar soluciones. Antonio Calderón se encontró con una pretemporada de las más plácidas que se recuerdan, con jugadores que llegaron en su momento y con la misión de hacer un buen arranque cuya inercia sirviera para que las cosas fueran más fáciles. Pero ya estamos a remolque. Se ha reconocido por ejemplo la ausencia de un especialista a balón parado y habrá que descubrirlo entre lo que se tiene. Por otra parte, hay jugadores que están muy lejos del nivel que se les presupone y tiene que aparecer desde ya ese amor propio para demostrar que están a la altura de su sueldo y de la camiseta que visten.

El Cádiz tiene plantilla, no tan maravillosa como algunos presumieron o pregonaron en su momento, pero aun así sigue siendo la mejor del Grupo IV. Una crisis temprana que es tan real como preocupante y que hay que solventar lo antes posible ganando dos o tres partidos consecutivos. Todo lo que no sea eso seguirá engordándola con razones más que fundadas.

Miguel Ángel Vallecillo - portalcadista.com