A ti, cadista que te estás dejando la espalda en el siempre incómodo asiento del autobús mientras lees esto. A ti, cadista que no te has molestado en mirar cuantos kilómetros separan Cádiz de Alicante. A ti, cadista que no has mirado tampoco las horas de autobús que te quedan, sino las horas que te separan de un sueño. A ti, cadista que el amarillo y azul te acompañan en forma de camiseta o bufanda. A ti, cadista que crees que es posible. A ti, cadista.

A ti, valiente que has calentado la garganta antes de montarte en el autobús como un gladiador se preparaba antes de salir a la arena. A ti, cadista que ha ayudado a llenar de esperanza algo tan grande y a la vez tan pequeño como es un autobús. A ti, cadista que lo dejas todo atrás por animar a tu equipo. A ti, que harás de Alicante la capital mundial de la ilusión. A ti, miembro de la caravana amarilla. A ti.

A ti, porque no lo haces por ti. Porque lo haces por él. Por el Cádiz. Porque tu corazón rompe la escala sismológica de Richter cuando el conjunto amarillo perfora la portería del rival. Aunque en este caso, late al 3x4. Porque el escenario te da igual si estás animando a tu Cádiz. Porque tu corazón tiene heridas de guerra y las muestra orgullosamente. Porque tus lágrimas te han ayudado a levantarte una vez más. Un año más. Un momento más. Simplemente, porque tu corazón es cadista y eso va en la sangre en forma de pasión. ¿Explicaciones? Para qué buscarlas.

Por los que lo intentaron y no pudieron. Por los que quisieron y por los que no. Por los que arrojaron la toalla. Por los que lo dieron por imposible. Por los que volvieron al ver un rayo de esperanza. Por los que continúan al pie del cañón. Por los que fallaron un penalti decisivo, por los que sufrieron un gol anulado injustamente, por los que encajaron un gol en fuera de juego, por los que se despistaron y perdieron en el descuento, por los que no dieron la cara en el césped cuando más los necesitaba el escudo. Por los que vieron al Cádiz ascender y desean volver a vivirlo. Por el Castilla, el Lugo, L'Hospitalet, el Oviedo y el Bilbao Athletic. Por todos ellos.

También por los que se inventan canciones en la barra de un bar, por los que llenan las redes sociales de imágenes, vídeos, frases para motivar a sus compañeros de grada y sentimiento. Por los que se pintan la cara de amarillo y azul, por los que se cuelgan su bufanda como un soldado se coloca el casco. Por aquel que se cruza España de norte a sur en autobús para ver a su Cádiz o por la que luce los colores de su equipo en una orla como seña de identidad. Por los que se dejan la garganta en la grada, por aquel que rompe el megáfono con su voz, por aquellos que hacen vibrar los cimientos de cualquier estadio con sus pies. Por aquel que hace lo imposible por ver a su equipo. Por aquella que lucha contra una enfermedad con el cadismo como espada. Por los guerreros de la fe. Por aquellos que pelean por los derechos de los cadistas. Por aquella Tata que no falla a la cita con su equipo junto al túnel de vestuarios. Por los que ya no están y por los que están por venir. Por Cádiz.

Para todos, por todos, por ti. Porque si alguien merece ver pelear, vivir y celebrar un ascenso este 26 de junio de 2016, eres tú. Es por ello que esto va dedicado a ti, cadista, porque eres el orgullo de todo un sentimiento. A ti y solamente a ti.

Han dado su vida y sus gargantas,
siguiendo donde haga falta
al Cádiz de sus amores

Me han dicho que el amarillo – La familia Pepperoni (1998)