“Sólo cuentan las palabras, el resto es charlatanería”. Eugène Ionesco
Vivimos en un país enfermo, en una sociedad cainita que se retroalimenta de su propio odio. Las dos Españas de Machado a perpetuidad, solo que la que te hiela el corazón es siempre la misma: la España gris, casposa y rancia; la de la desmemoria histérica contra la memoria histórica; esa España intolerante, de pensamiento único, o conmigo o contra mí, que rebate con el único argumento del “y tú más”; esa que se esconde bajo una tenue capa de modernidad democrática impostada, en la que en el fondo impera latente el espíritu de Ysabel y Fernando que aparece en cuanto que escarbas un poquito con la uña en su piel de toro; una España de NODO, un país en blanco y negro que ve fantasmas púrpuras por todos lados.
Aunque transitemos por la segunda década del siglo XXI, no es de extrañar que para la caverna reaccionaria lo de la camiseta de la selección española de fútbol forme parte de un complot, de un contubernio judeo-masónico en coalición con la multinacional alemana fundada por Adi Dassler, y que para vergüenza y oprobio de la Patria pretendían presentar la camiseta “republicana” precisamente el día en que se conmemoraba el centenario de la revolución bolchevique. Ome, por favó, hasta ahí podíamos llegar. Eso son connotaciones políticas y no Marcelino de cabeza, marcándole a Rusia un gol.
Por mucho que los diseñadores hayan dado todo tipo de explicaciones estos ultras de copa y puro, que no han jugado un partido con focos en su vida, ya la han condenado al paredón. No quiero ni pensar lo que dirían de la Elements de triangulitos del Cádiz de los noventa, que eso sí que era una monería de camiseta.
A todos esos retrógrados les ponía, aunque fuera durante diez minutos nada más (más no, no sea que se mosqueen los de Pro-derechos de los animales), la “camiseta de la salvación” del Cádiz, aquella que hizo Kelme con el material con el que la NASA fabrica el escudo térmico de las naves espaciales. Por lo menos, iban a saber lo que es sudar una vez en su vida.
Decía Campoamor que en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira. Y qué quieren que les diga, por mucho que la miro, solo veo una inofensiva camiseta roja con una franja amarilla y otra azul petróleo. Homenaje al Cádiz C.F. y a los monos de Astilleros, la República gaditana de mi casa. ¿A que me la compro y tó?
José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Radio Cádiz y Portal Cadista