“Quien no lo ha dado todo, no ha dado nada”. Helenio Herrera
No es ningún secreto que el Cádiz forma parte de nuestras vidas. No intenten entenderlo porque no tiene explicación. De alguna manera el equipo amarillo nos marca la pauta en el día a día y está siempre presente en nuestras tristezas y alegrías. Desde que existe el merchandising los niños ya no vienen con un pan bajo el brazo, traen una canastilla cadista al completo: sonajero, babero, el pipo, la equipación… A muchos los hacemos abonados antes de apuntarlo en el Registro Civil y maman cadismo desde la cuna, un sentimiento que se transmite de generación en generación. Esa es su grandeza.
Tanto como para que un tío que se corona campeón del mundo de Muay Thai -que traducido del tailandés resulta: “Telaviadá Mortal”- nada más ceñirse el cinturón de oro, lo primero que haga sea posar con la bandera del Cádiz. Enhorabuena a este cadista de pro, que con esfuerzo, sacrificio y perseverancia logró su sueño y cumplir la promesa que un día le hizo a su madre honrando su memoria. Un Orgullo para sus paisanos. Carlos Coello, ¡Coel-lo ahí!
El Muay Thai es conocido como el arte de las ocho extremidades, porque como te escantilles te llevas la del pulpo sin saber por dónde te ha venido, y está catalogado como un deporte Salvi y Alvarito, o sea, extremo y peligroso. Lo importante es estar durante todo el combate con más tensión que en la mesa presidencial de la comida de Navidad del Cádiz. Gracias a Carlos hemos sabido que el Muay Thai es un arte marcial. Bueno, es Marcial, Rexach, Asensi, Cruyff y el cholo Sotil juntos, porque se permiten piñas, golpes, codazos, rodillazos... Lo que viene siendo un festival de guantazos.
Pues bien, ni siquiera en este tipo de deporte se consienten patadas como la brutal coz que propinó Giorgi Papunashvili, alias Papu, el carnicero de Georgia, destrozando la rodilla de Jose Mari y dejándolo fuera de combate para lo que resta de temporada. Ahí es donde debería entrar de oficio el Comité de Competición y sancionar con un castigo ejemplar estas duras acciones tan antideportivas que solo buscan hacer daño al rival.
Decía Ben Jonson que quien no ha afrontado la adversidad no conoce su propia fuerza. Desde estas líneas deseamos a Jose Mari una pronta recuperación, en la seguridad de que en nada volverá a darlo todo sobre el verde tapete más fuerte que el acero y más duro que una piedra ostionera. ¡Ánimo, canijo!
José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Radio Cádiz y Portal Cadista