“A veces, basta un instante para alcanzar la eternidad”. Aristóteles.
No es que la luna tenga luz de plata, como nos dicen algunos poetas, es que el domingo se fue al Carranza porque no quiso perderse la quinta victoria consecutiva en liga. Ni superluna ni ná, súper es la gasolina que usa Salvi para dar esa mágica carrera en el minuto noventa y cuatro que dejó a Susaeta al cantar al Cristo de los gitanos.
El Cádiz jugó un partido de esos que los entendidos llaman tácticos. Vamos, que fue aburrido y más feo que Picio, pero efectivo. Un golito a balón parado, otro a la contra y tres puntos más para la buchaca.
Y eso tres días después de poner patas arriba el Benito Villamarín con un triunfo que pasará a los anales (con perdón) de Historia cadista. Ahora que quieren cambiar el nombre al estadio, propongo que el del Betis pase a llamarse el Bonito Villamarín. No es para menos, el baño táctico de Cervera a Setién fue de categoría internacional grecorromana. Desde el minuto dos, en el que Barral emuló a Prometeo robándole el fuego eterno a los dioses para avivar la llama de la esperanza, hasta el cabezazo de Kecojevic, pasando por los golitos del ratón Romera y del Ribéry de la Bahía, el partidazo de los amarillos fue impresionante tirando a grábamelo por tu madre, por mucho que se queje el Guardiola de pan pringao bético. El Cádiz, con un 24% de posesión, le hizo cinco goles al Betis. Eso sí que es una posesión diabólica y no la de la niña del exorcista.
El yin y el yang. Dos formas opuestas pero complementarias de jugar al fútbol, con el mismo resultado: victoria y vámonos que nos vamos.
Ya queda menos para los anhelados cincuenta puntos. Cincuenta y ni sombra de Grey, ¿eh?, cuanto antes mejor, que no queremos sufrimientos gratuitos. Y la banda del sargento Gafa que siga a lo suyo, afinando y tocando como los ángeles. Esta no es la de los corazones solitarios, porque detrás lleva el empuje de miles de cadistas.
Cervera sigue haciendo historia en el Cádiz y está logrando que el equipo se muestre intratable, un bloque compacto forjado con retazos de hambre, humildad, ilusión, calidad, pelea, sacrificio y entrega: esa materia de la que están hechos los sueños.
José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Radio Cádiz y Portal Cadista