Han tenido que pasar 31 años desde que en España naciese la máxima categoría de fútbol femenino para que estemos disfrutando al completo de un mundial de fútbol en televisiones en abierto. Han sido 48 los años (o 36 si contamos desde que está reconocido por la RFEF y por la FIFA) en los que el combinado femenino español apenas ha tenido voz o voto. En los que rara vez aparecían en televisión. También han sido 36 los años en los que la Copa de la Reina ha estado prácticamente invisibilizada. Solo disponible para ser disfrutada por aquellos locos amantes del balompié practicado por mujeres. Nada de visitas de la realeza a las finales. Nada de televisiones, ni privadas ni públicas, en abierto retransmitiendo esos 90 minutos.
Demasiadas décadas silenciadas.
Ha tenido que suceder, 64 años más tarde, que el bendito Trofeo Ramón de Carranza será disputado exclusivamente por mujeres. Lo que a muchos les parece un disparo al pie, para otros tantos que peleamos a diario por el fútbol femenino nos parece un nuevo paso para encontrar lo más parecido a una igualdad real.
En pleno mundial femenino, el año en el que el ascenso del Cádiz CF Femenino a una categoría nacional está más cerca que nunca. En 2019, cuando el adjetivo ‘femenino’ cada ve está más cerca de separarse del término ‘fútbol’ para tener que diferenciarse del mismo deporte practicado por hombres. Este mismo año en el que el Trofeo Ramón de Carranza va, por fin, a evolucionar hacia otros derroteros. Un trofeo que parecía estancarse edición tras edición, por fin, encontró una forma de avivar la llama de una ciudad que respira evolución. Un club como el Cádiz CF que, cada vez más, apuesta por la equidad.
Tengo claro que, en el momento en que una afición que sabe reconocer el buen fútbol, conozca la realidad de la Liga Iberdrola en el templo de su ciudad, sabrá valorar el paso que han dado desde la organización del trofeo.
Un sueño. Un Ramón de Carranza disfrutando de la calidad de nuestras jugadoras, un paso más cerca del futuro. Un paso más lejos de todos los murmullos que susurran –a gritos– barbaridades sobre la muerte de un trofeo de verano, cuando la realidad es que la ciudad de Cádiz aspira a ser testigo del (re)nacimiento de un torneo que puede ser pionero en el fútbol femenino español.
Aunque a muchos parezca que le duele, ‘futfem’ ha llegado para quedarse. Ya no va a dar marcha atrás.
Y esta es una buena noticia.
Margota Piñero
Periodista deportiva