No les voy a engañar. A pesar de que mi estado de tranquilidad es total desde hace unas semanas cuando veo un partido del Cádiz, sí me enfadé ayer. Me enfadé cuando el Elche tuvo sus dos primeras ocasiones de gol nada más pitar el árbitro el comienzo del partido en Carranza este domingo. Lo hice también, muchísimo más, con cada uno de los tres goles de los franjiverdes en la segunda parte y que significaron la segunda derrota consecutiva. Sí, me enfadé, juré en arameo y pegué algún que otro golpecito a la mesa que tenía delante. Porque es lógico y natural enfadarse cada vez que tu equipo pierde o le cascan algún ‘chicharito’.
Pero esa es la reacción. Luego está el análisis. Y eso último debe hacerse siempre teniendo en cuenta el contexto. Y ese contexto no es otro que la de ayer era la Jornada 37 y que el Cádiz logró su ansiado objetivo en la Jornada 35. Que lo consiguió con una plantilla muy justa en calidad, realizando un esfuerzo sobrehumano, con un desgaste físico impresionante y que buena parte de esos jugadores sobre los que se puso todo el peso del éxito han acabado con su físico maltrecho en forma de lesión o de mil molestias.
No nos engañemos. El objetivo era salvarse y no quedar en tal o cual puesto en la tabla porque eso fuera a reportar un poco más de dinero a las arcas del club. Las arcas ya están más que llenas esta temporada gracias al trabajo descomunal de esta plantilla y del rendimiento que le ha sacado su entrenador.
Que sí, que Cervera ha dicho que hay que competir hasta el final, que no le gusta cuando el equipo recibe tantos goles y que va a tener en cuenta estos partidos para la próxima temporada. Pero tampoco nos volvamos locos. Cervera ha sido hasta hace poco jugador, sabe perfectamente que el contexto cuenta y sabrá diferenciar entre el que ha levantado el pie del pedal de la intensidad de manera voluntaria del que simplemente no tiene más dando lo que tiene o del que ha llegado justito de fuerzas a este punto de la competición.
Es comprensible el enfado tras perder. El vuestro y el mío… y el de Cervera. Pero no lo es, en mi opinión, el drama que parecían desplegar algunos aficionados a través de las redes sociales una vez finalizado el partido. No podemos pasar del “menudo mérito el de lograr la salvación con esta plantilla” al “qué desastre y vaya limpieza hay que hacer” porque no vamos a quedar novenos con un equipo plagado de no habituales.
Miguel Ángel Vallecillo