El partido transcurría con normalidad entre aficiones en el Carlos Belmonte, si bien antes del mismo ya había habido cruce de insultos por parte de una minoría de ellos. El Cádiz desplazaba varios centenares de aficionados en este partido y la mayoría de ellos se comportaron con normalidad.

La zona acotada para los cadistas en el estadio albaceteño era reducida. Cabe pensar qué hubiera pasado si el Cádiz hubiera vendido la totalidad de entradas mandadas a la Tacita de Plata. En ese caso cuesta creer mucho que hubieran cabido todos con normalidad en esa zona.

Los problemas comenzaron cuando, una vez acabado el primer tiempo, se mezclaron aficionados de ambos equipos en la parte de los servicios y venta de bebidas. Ahí comenzaron unos primeros enfrentamientos que continuaron en las gradas. Esto podría haber sido evitado si la presencia policial hubiera existido en esa localización. Comenzaron los insultos y el intercambio de objetos desde un lado y otro y fue cuando aparecieron las fuerzas de orden público y lo hicieron con dureza contra aficionados que estaban siendo parte del problema y, lo que es peor, también con los que no estaban haciendo nada y solo querían disfrutar de un partido de fútbol. 

Uno de esos cadistas, que acudió al partido en su coche particular, recibió un golpe de un policía en la cabeza. Y, aunque aparentemente no tenía nada de mayor gravedad, solicitó la presencia de una ambulancia y de un facultativo para que le reconociera. No lo consiguió porque según los efectivos de protección civil que le atendieron, no había ninguna ambulancia en el recinto ni nadie que pudiera elaborar un parte de lesiones llegado el caso.