Cuando al comienzo de la segunda parte Jose Serrano caía al suelo con las manos en la cara todos pensaron en Carranza que el central se había vuelto a romper. Afortunadamente no fue así y todo quedó en un susto.

El defensa ha pagado caro hoy su inactividad en partidos oficiales desde hace muchos meses y eso le pasó factura en el aspecto físico. Él mismo reconocía que primero se le había subido un gemelo y en el remate de una falta también un cuádriceps. Todo ello hizo que viera que no podía continuar y su impotencia se tradujeron en lágrimas de rabia por no poder ayudar a su equipo. Sus compañeros Aulestia y Pedro Baquero fueron rápido a consolarlo.

El tiempo que estuvo en el terreno de juego hizo un buen trabajo y solventó bien las acciones que se produjeron en su zona del campo. Se sumó también al ataque para rematar en las jugadas a balón parado y estuvo bien al cruce cuando fue necesario.