Ayer se cumplía el día que marca el final de los contratos en el futbol el final de una temporada. Hoy 1 de julio es el primer día de una nueva. Para el Cádiz CF significará el tener que volver a armar una plantilla con el mismo objetivo que lleva sin cumplirse ya cinco temporadas seguidas y el ascenso a Segunda será la única meta al término de la misma. De nuevo también lo será acabar lo más alto en la tabla durante la competición regular, aunque eso tampoco haya servido para nada en dos de estas campañas convirtiéndose así el Cádiz en el único equipo que no ha logrado ascender después de ser dos veces líder de su grupo.
Se marchan jugadores que, aunque no han servido para dar el salto a la LFP, es innegable su potencial. El más llamativo de todos es el de Juan Villar ya que difícil será encontrar a un futbolista que sea capaz de darte la cantidad de goles y asistencias que hemos disfrutado del onubense en los últimos años.
Tras cada fracaso el Cádiz se viene reinventando y cambiando gran parte de su plantilla. Más de un centenar de jugadores han pasado vistiendo de amarillo desde que se cayera al pozo en la 2009-2010. Casi con la misma voracidad con la que ha triturado entrenadores su banquillo. La continuidad o no de Claudio Barragán se antoja ahora el primer enigma por resolver. Seguir contando con el valenciano no solo podría servir para retener a algún jugador que tenga pensado hacer las maletas sino también fortalecer la confianza de aquellos que se tengan que quedar. Comenzar una vez más desde cero tiene sus riesgos y ya el cadismo lo vivió en sus carnes cuando se coqueteó con el descenso a Tercera División tras la debacle ante Real Madrid Castilla y CD Lugo.
Entre los errores a corregir está el de no competir con una plantilla tan corta que llegó muy justa al playoff. Otro será el de firmar a jugadores capaces de soportar la tremenda presión que se vive en el día a día amarillo y que tengan inyectada esa dosis del otro fútbol tan necesario para salir del maldito pozo. No en vano se cayó en la última eliminatoria ante un filial de veinteañeros. Sin olvidar evidentemente la importancia del balón parado, un asignatura que el Cádiz viene suspendiendo de manera vergonzosa en los últimos años y con la que no puedes pasar de curso sin aprobar.
¿Cómo lograrlo? En eso debe estar Jorge Cordero que al fin y al cabo es el que ostenta la figura de director deportivo del club. Acertar con cesiones de clubes amigos, rebuscar entre la Segunda B jugadores que otros no hayan visto y tirar de la cantera para que las fichas sub23 sean realmente algo en lo que el equipo se pueda apoyar cuando lo necesite.