Unas horas después de la derrota en Getafe las sensaciones no han cambiado. El Cádiz CF no funciona en estos momentos y prueba de ello son sus números, además de la mala imagen en muchos encuentros en su totalidad y en algunas partes de otros. Es alarmante la falta de ideas y soluciones ante cualquier contingencia o alteración. Ya sea una lesión o una sanción, un gol rival o que éste se quede con un jugador menos. El equipo no reacciona ante las adversidades y no encuentra alternativas para llegar al camino del triunfo, agotando por el camino ya buena parte de su ventaja inicial del campeonato y cayendo a la zona de incertidumbre de la tabla.
En principio no se vislumbran decisiones drásticas, algo que ha caracterizado al club en los últimos años desde la llegada de Manuel Vizcaíno y que, a tenor de los escollos superados, le ha ido bien. Cierto es que el propio Sergio González fue capaz de recomponer la pasada campaña lo que parecía completamente roto y, aunque hubo que esperar muy al final, el equipo mantuvo la categoría. La diferencia es que por entonces el problema no lo inició él sino que vino dado por una pésima planificación veraniega que dejó al equipo mermado de inicio y con unos mimbres poco propicios para la salvación. El arreglo llegó en el mercado invernal con el fichaje de jugadores que subieron el nivel y la marcha de otros que no eran jugadores de un equipo que llevaba tres años en Primera.
Ahora la decoración es otra. El mercado estival fue bueno y el propio entrenador se mostró contento con él, destacando además la cantidad de jugadores de perfiles diferentes que tenía a su disposición. Sin embargo, eso no se está viendo reflejado en el césped. Entre los problemas identificados está que el Cádiz es un equipo con cinco delanteros centros, dos de ellos siempre jugando, pero que apenas genera acciones de disparo. Un equipo que pierde la concentración a las primeras de cambio y que se hunde en demasiados momentos, quemando el balón en los pies y produciéndose bloqueos mentales de los que no se sale hasta el pitido final. Que, como ocurriera ayer, es un equipo incapaz de dominar teniendo un jugador más sobre el césped. Tampoco se es lo suficientemente “listo” para amarrar resultados muy favorables, tirando en las segundas partes muchas cosas buenas conseguidas en las primeras. Para remate, no se saca partido del balón parado a favor y se cometen errores groseros cuando es en contra.
Ahora llega un parón de muchos días. Casi tantos como problemas a solucionar para poder ver algo de luz, que es lo que todos queremos ya sea con Sergio o sin él. Eso es responsabilidad de los que mandan. Por el momento, el mayor aliado es que hay equipos con peor pinta que el nuestro. Puede parecer consuelo de tontos, pero la realidad es que para que tú no bajes deben hacerlo otros tres.