El once que presentaba Sergio González ante el Celta en Balaídos no tenía demasiadas novedades, pero una de ellas era la inclusión de inicio de Rubén Sobrino. Para el de Daimiel, que ocupaba el extremo zurdo, era su tercera titularidad de esta campaña. En el otro costado partía Iván Alejo, el cual dejó un soberbio centro en el gol de Chris Ramos. Llama poderosamente la atención cómo a estas alturas de la competición el conjunto amarillo siga tirando para estas dos posiciones de jugadores de más que sobrada veteranía en el equipo o de Pires como carrilero, y no tengan en ella protagonismo dos de los fichajes realizados en el mercado invernal y que estaban llamados a elevar, en teoría, el nivel de esta parcela.
Bien es cierto que Brian Ocampo aún está lejos de estar al cien por cien y prueba de ello es que se quedó fuera de la convocatoria a última hora por una molestia en un abductor durante el calentamiento. Pero más allá del uruguayo este verano llegaron dos jugadores como Darwin Machís y Robert Navarro que, en estos momentos, cuyo rendimiento está suscitando algo más que dudas.
En el caso del venezolano en el momento de su aterrizaje se ponía en oposición por un lado su buena imagen en su anterior etapa como cadista y por otro su anterior campaña con el Valladolid donde apenas disputó 600 minutos en la segunda mitad del campeonato. Ahora en el Cádiz las sensaciones son más parecidas a las que se vieron en Pucela. Son 612 minutos los que ha jugado de los 1350 posibles, estando el porcentaje de estos un 45%.
Muchísimas más apariciones y más brillo durante las mismas se esperaba también de Robert Navarro. El joven valor del conjunto donostiarra llegaba a préstamo con la intención de ser pieza importante y, por el momento, no se acerca siquiera a ello. Tan solo ha jugado seis encuentros, 4 como titular, en los que ha acumulado 249 minutos.
Los amarillos están en una fase crucial de la competición y en esas posiciones tan importantes en el dibujo del técnico, no parece haber una evolución con respecto a la anterior, viendo cómo hacía las maletas Bongonda sin que nadie por el momento haya hecho méritos para que se le olvide.