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El contrato de la vergüenza |
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19.11.2011 |
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Gracias a Portal Cadista, ya podemos leer la sentencia del caso “Chico”. Hay que aclarar que las sentencias judiciales no son de acceso público, al menos hasta que el proceso judicial no se archiva, y por eso sólo se notifican a las partes. Teniendo en cuenta que en este caso concreto las partes son Cádiz Club de Fútbol, Unión Deportiva Almería y Administradores Concursales, parece claro de dónde viene la filtración. Se agradece el interés por tener informado al cadismo y confiamos en que este ejercicio de transparencia se mantenga en el futuro, para lo bueno y para lo malo, para la salud y para la enfermedad, como dicen los esposos, porque no hay nada más detestable y frustrante que la confianza interesada.
La cuestión es que la sentencia del caso “Chico” está a disposición del que quiera leerla. Del que quiera y del que pueda porque no es fácil asimilar nueve páginas de lenguaje jurídico. Quien se atreva a metérselas entre pecho y espalda, que saque sus conclusiones. Eso sí, una cosa está muy clara, que se anula el contrato por el que el Cádiz renunciaba a la cesión del 30% de la plusvalía a la que tenía derecho por la venta de los derechos de Chico al Genoa. Y se anula por ser contraria a los derechos de los acreedores del Cádiz y, por tanto, al futuro del club.
Sobra decir que un contrato no surge por generación espontánea ni por intercesión de la divinidad. Un contrato es la concurrencia de, al menos, dos firmas, dos consentimientos. Nadie firma un contrato consigo mismo, lo firma con otras personas que, por definición, aceptan de forma libre y voluntaria lo que ese papel dice y las consecuencias que implica. En este caso concreto hay dos partes, Cádiz C.F. y U.D. Almería, y el contrato lo firman lo que en esa fecha eran sus representantes legales, sus dos presidentes. Por tanto, en este sentido el contrato es irreprochable. Si la Jueza lo ha anulado es por otra razón, porque por parte de quien actuaba en nombre del Cádiz, se firmó cuando el club estaba a punto de ser declarado en concurso de acreedores, cosa que Antonio Muñoz sabía perfectamente porque él mismo fue quien lo solicitó, y la Ley es clara en ese sentido: hay que esperar al nombramiento de los administradores concursales para que den su visto bueno.
La sentencia desmonta uno a uno los argumentos que esgrimían el Almería y Antonio Muñoz para justificar la firma de este contrato ilegal. Ni estaba en riesgo inminente el futuro del Cádiz ni existía una necesidad acuciante de liquidez. Pero en realidad la anulación del contrato es un reproche a quien firmaba en nombre del Cádiz. Aunque las consecuencias recaigan en el Almería, a sus gestores no se les puede decir nada. Hicieron lo que pudieron para defender los intereses de su club y no tenían por qué saber la situación legal y económica del Cádiz. Es Antonio Muñoz quien tiene que dar nuevas explicaciones de por qué firmó un contrato por el que no él sino el Cádiz renunciaba a nada menos que a casi 800.000 euros. Digo nuevas porque las dadas hasta la fecha no han convencido a nadie, ni a la Jueza. Por eso, uno no puede entender la supuesta alegría del que todavía es máximo accionista del Cádiz. En vez de sacar pecho, Antonio Muñoz debería haber pedido perdón a los demás accionistas, a los acreedores y a la afición por su comportamiento negligente y propio de un pésimo gestor al firmar ese dichoso contrato. La sentencia nos vuelve a demostrar en manos de quién ha estado el Cádiz en los últimos quince años y que si el club está comido por las deudas y en concurso de acreedores no es por casualidad. Y que nadie se lleve a engaños, si se han recuperado esos casi 800.000 euros no es ni por Antonio Muñoz ni por esta directiva llena de cómplices deseosos de tener una buena noticia para lucir palmito ante la prensa y dárselas de grandes cadistas. La sentencia es el fruto del excepcional trabajo de los administradores concursales nombrados por la Jueza, por cierto, los tres gaditanos y cadistas. Ellos fueron los que, con más o menos ayuda por parte del club, decidieron poner el contrato en manos de la Justicia y los que han conseguido que finalmente ese dinero llegue a su legítimo destinatario, el Cádiz. En cambio, hasta la fecha no han participado en ninguna rueda de prensa oportunista. Es la diferencia.
La Jueza ha llegado hasta dónde debía. Ahora es el turno de los accionistas, acreedores, afición e incluso de la prensa. Y están muy claras tanto la pregunta como su destinatario: Sr. Muñoz Vera, si ese contrato no tenía justificación alguna y perjudicaba al club de forma manifiesta, ¿por qué lo firmó? Espero una respuesta, eso sí, sentado.
Antonio del Hoyo