Caer en la Copa no me preocupa. El año de Javi Gracia caímos en el primer partido ante el Conquense y acabamos ascendiendo. El año pasado nos medimos a un Valencia CF y seguimos en la misma categoría. Aunque para cualquier club con problemas económicos es un alivio una buena taquilla ante un primera, no deja de ser una competición para que los humildes solo tengan derecho a soñar.
 
Lo que sí asusta es lo grande que parece nuestra portería a los ojos del rival. Encajar goles no tiene por qué ser un problema, sobre todo si tienes un buen ataque. Pero que el que está enfrente marque siempre antes que tú es diferente. Las dudas que eso provoca en tu propio equipo, la dosis de moral que gana el contrario o el esfuerzo que te obliga a realizar para remontar el resultado, sí son factores a evitar en un partido. El Cádiz ha comenzado perdiendo en cuatro de los cinco partidos oficiales que lleva disputados esta temporada y eso comienza a tener tintes preocupantes. No se puede jugar al fútbol con esas sensaciones de fragilidad atrás. El rival lo sabe y ayer el CP Arroyo lo demostró. Defendió iniciando la presión a la salida del balón del Cádiz y atacó encarando con descaro, una y otra vez, a los componentes de nuestra zaga, sabiendo nuestro déficit en esa zona.
 
Monteagudo será el encargado de arreglar esto más pronto que tarde. Mientras tanto, no podemos señalar a jugadores individualmente. Ese problema de encajar gol en primer lugar se le ha presentado al Cádiz con hasta 20 jugadores diferentes de su plantilla en el césped. Es un algo de todos y todos deben encontrar solución. Comenzando por los que juegan, pasando por los que dirigen y acabando por los que planifican.