Como dijo el filósofo chino Huang Lui, alumno aventajado de Yang Lo-Tse, pequeño saltamontes del maestro Po-Ying, aquella mañana que coincidió con el sabio Xun Ghin meditando a la sombra de un sicomoro y a quien dedicó su obra maestra “Aprenda filosofía milenaria en tres pasos sencillos" mientras degustaban un frugal cuenco de arroz dos delicias (eran paupérrimos de solemnidad) con lagrimitas de cocodrilo agridulce y una botellita de Sake, de Sake de Zhen-Tro, por supuesto, “El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”.
O sea, el efecto mariposa. Justo lo que sucede en el Cádiz, que una pequeña perturbacion inicial -un desencuentro amoroso-, se amplifica jornada a jornada, y como los futbolistas se ahogan en un vaso de agua el equipo no sabe a lo que juega, la confianza se quiebra, aviva en la afición el furor del dragón, aparecen los pitos, los pitos despiertan a los que se habían quedado dormidos de aburrimiento porque no se le gana ni al último de la fila, las masas en su desesperación gritan a coro “pon al Cádiz b” y se desata un tsunami por tsu mami que ya no lo para ni la Virgen de la Palma en sus misterios horrorosos.
Entonces se produce una catarsis (tan cadista, tan de Cádiz), una tormenta que se alimenta de autodestrucción, un goce frenético por el caos nuestro de cada temporada, y alcanzamos el placer infinito regodeándonos en la desgracia propia mientras acariciamos con fruición un gatito de angora en nuestro regazo.
Decía Confucio que el hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor. Aprendamos de los errores y corrijamos.
Que los jugadores practiquen el “joga” bonito y que los aficionados practiquen el yoga un poquito, a ver si así nos tranquilizamos todos y llega la necesaria Karma porque, por mucho que se les grite, los futbolistas van a seguir siendo los mismos Mantras.
Al menos mientras que el equilibrista Claudio siga empeñado en caminar con pasos inciertos y temblorosos por la delgada cuerda floja que separa el cielo del abismo de Helm.
Total, que la culpa del levantazo que hacía el sábado en Carranza la tuvo una mariposa que aleteó sus alas en la Conchinchina, ¿no? Y por eso los chavales jugaron fatal, ¿no? ¿Y la excusa del campo chungo qué fue, que la mariposa cuando era gusano se comió el césped? ¡Tes quí ya, Con-fú!.
José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Portal Cadista, 8TV y SER Deportivos Cádiz.