Si a Pitágoras le hubiera dado por ir al Carranza el pasado miércoles a eso de las diez y tres minutos de la noche, le hubiese resultado imposible encontrar el cuadrado de la hipotenusa entre tanto cateto cuando el ruso Chèryshev marcó el tanto que supuso su estreno como goleador blanco para jolgorio de los nobles paletos madridistas que poblaban las gradas.
Un gol que mandaba las ilusiones cadistas a un gulag de Kamchatka casi sin pasar por la casilla de salida. Ahí todos pensamos que el partido iba a tener menos historia que un microrrelato de Augusto Monterroso.
Nada más lejos de la realidad porque, como dijo Sófocles, la alegría más grande es la inesperada. Y la alegría llegó en forma de murmullo que fue transmitiéndose de boca de cadista a oreja de cadista hasta convertirse en una explosión del Arte de Cádiz en estado puro. Y gracias al Madrid ganamos la copa del reír.
Entonces recordé a Humphrey Bogart en Casablanca, cuando Rick maldice su destino mientas masculla "de todos los bares y tabernas del mundo tuvo que venir al mío", e imaginé al porejito del presidente del grupo ACS en el sofá de su casa, con su batín morado con una F y una P bordadas en su solapa con hilo de oro, sus pies sobre la mesita baja (símbolo de poder absoluto) y sus pantuflas de paño con el escudo del Madrid musitando compungido "de todos los estadios del mundo me tuvo que ocurrir en Carranza".
Cuando se confirmó que, por fax o por nefax, la alineación indebida se había consumado, la caverna mediática activó el protocolo de defensa a ultranza, encendió la maquinaria de peloteo extremo al líder y despreció al Cádiz y su afición con comentarios de tertulianos que padecen alienación indebida, que vomitaron su opinión menoscabando la dignidad del equipo humilde y castigando la osadía de los débiles por mofarse del poderoso.
Al final lo que han conseguido es convertir un fallo humano en un ridículo espantoso a todos los niveles de la millonaria entidad.
Con lo sencillo que hubiera sido que Florentimo saliera a la palestra, aceptara la eliminación por el craso error cometido y entonara con un aire campechano un “lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Vamos, lo que viene siendo un gesto real, Real Madrid, por supuesto. Así que hala, Madrid, gracias por venir.
José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Portal Cadista, 8TV y SER Deportivos Cádiz.