“Ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo”. Víctor Hugo

 
Puntazo de oro en el Heliodoro. Las Islas Afortunadas fueron más afortunadas que nunca, pues se empató perdida toda esperanza de puntuar y cuando los más exaltados clamaban pidiendo las gafas de Cervera.

Y eso que el equipo estuvo toda la segunda parte con uno menos en otra rigurosa decisión arbitral que priva al Cádiz de subir puestos en la clasificación. Cuando no es por un penalti que no pitan es un gol que te anulan por un fuera de juego inexistente, o un jugador que te expulsan injustamente, o te sale un trencilla allegro molto tarjetero y te deja con la moral más hundida que Murakami escuchando un disco de Bob Dylan.

Vaya por delante mi admiración por los colegiados, pues desde su más tierna juventud tienen que soportar improperios de padres que se creen los progenitores del nuevo Messi de la Bahía cuando el niño no da ni para aprendiz de Viyuela, y deben tomar decisiones en décimas de segundo para aplicar las reglas de un juego que la mayoría de los participantes y espectadores jamás han leído.

El árbitro no hace al monje, y no dudo del esfuerzo que les supondrá llegar a arbitrar en liga profesional, salvo que te  llames Arcediano Monescillo,  o Galech Apezteguia, o Espasandin Cores,  apellidos que te predisponen desde la cuna para ser árbitro de categoría internacional, por lo menos.

El problema radica cuando no se mide a los contendientes por el mismo rasero, o se actúa con premeditación y sin criterio, y en lo que llevamos de temporada encontrar a un árbitro que no perjudique al Cádiz es más difícil que un fin de semana sin un paso por el casco antiguo.

No creo que exista una mano negra (para mano negra la de Sankaré dentro del área) ni se trata de que siempre le asignen a un Petronio  por muy de Spagnolo que vista el Cádiz, porque en fútbol  siempre existirá el error humano,  pero si al equipo de por sí ya le cuesta sangre, sudor y lágrimas lograr un  punto, con los errores arbitrales que viene padeciendo todavía más, por lo que hay que exigir al presidente, al consejero delegado o a los pelotas que tiene al lado que eleven la más enérgica protesta  para poner coto a tales desmanes.

Decía Réveillerè que lo que consideramos justicia es, con mucha frecuencia, una injusticia cometida en nuestro favor. Tampoco es pa ponerse ajín, que nada den, pero que nada quiten. Con que sean buenos y justos nos ahorraremos muchos disgustos.

José Manuel Ramos 'Pichili'
Colaborador de Portal Cadista y Radio Cádiz

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