Ayer el Cádiz volvió a mostrarnos la virtud que le ha caracterizado en los últimos años tanto en Segunda B, Segunda y Primera de la mano de Jose González y Víctor Espárrago: sacrificio, concentración y solidaridad. La base fundamental de un juego que nos llevó hace dos años a la Primera División y que se había perdido asombrosamente en las primeras jornadas de competición. Cada jugador se dejó el alma en cada balón sin perder de cara el partido en ningún momento y Armando disfrutó de los noventa minutos más tranquilos de toda la liga. Así es la categoría de plata y todo aquél que espere ver otra cosa está totalmente equivocado.

Lo siento por mis amigos de la prensa, pero me temo que durante esta semana habrá que hablar sólo del “Murcia, Murcia y Murcia”. La nota negativa del encuentro fue la lesión de Lobos. Pero de su rodilla derecha ya hablaremos durante esta semana.