El llamado para esa función hoy anduvo perdido. Matías Pavoni no ejerció de director de orquesta ni mucho menos en un duelo que necesitaba un destello de calidad por parte de alguien. Se ahogó entre la red de jugadores rojillos que le tejió Lucas Alcaraz a su alrededor y terminó ahogado (metafórica y físicamente) entre tanto contrario. Y para colmo acabó tocado de una rodilla. La entrada de Abel Buades, Sesma y Acuña no cambió nada, ni siquiera el dibujo táctico, por lo que los pimentoneros poco más tuvieron que hacer para que todo continuara así hasta el final. Creo que hoy el Cádiz ha dado una mala imagen, sinceramente, debido al planteamiento de Lucas Alcaraz, que supo que el Cádiz se iba a encontrar más incómodo con el balón en su poder que arrebatándoselo. Y así ocurrió.

No quiero pensar que vamos a vivir otra racha de partidos igual a la que coincidió con la primera lesión de Lucas Lobos. No quiero pensar que Lucas Lobos sea tan irremplazable en este equipo y que Jose no pueda, como le pasó a Oli, adecuar las piezas del conjunto para que la maquinaria vuelva a funcionar. Sería una broma de pésimo gusto.

Queda mucho. Un mundo. La semana próxima hay una buena reválida con el Almería para rehacernos de este traspié y no desengancharnos de los de arriba.

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