José Manuel Ramos «Pichili» / PortalCadista.com
Soy una persona muy religiosa. Actualmente profeso catorce religiones y estoy apuntado a unas cuantas sectas, incluido el círculo de lectores. En estos momentos estoy muy interesado en la cristiana, porque veo al Cádiz que no anda muy católico.
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En verano me decanto más por la judía y me suelo interesar por el estudio de la Cabala, sobre todo con piriñaca. Viene esto a cuento porque el otro día vinieron a mi casa dos testigos de Jehová intentando convencerme de que me hiciera de los suyos. Al final no caí y logré convencerles de que me bajaran la basura. Fueron muy amables.
El sábado asistí a una boda de tronío y me puse mis mejores galas, esto es, la camiseta del cacique Medina y las calzonas de Pavoni, que me están un poco grandes, pero dándole la vuelta a la cintura ya me quedan algo mejor. Por eso, no entiendo que los novios no aprobaran mi vestimenta y me pusieran mala cara. No se si fue por eso o por los 40 euros que les di en el sobre. Generoso que es uno. Allí había gente de la alta sociedad de Cádiz y parte de Puerta Tierra. Las señoras iban con vestidos de gasa y tocadas con unos hermosos sombreros de esos que se ponen para las carreras de Ascot. Otras llevaban trajes que daban verdadero ascot de verlos. Los caballeros, de riguroso negro presagiando el partidito que iba a hacer el Cádiz. Había algunos con chaqué y otros con chaqué-tas. Me invitaron a abandonar el convite cuando me puse a cantar lo de esta noche va a joé, joé, joé...
Hoy visitaba Carranza el Castellón y a mí siempre me evoca a una novia que tuve. ¿Por que era de Castellón de la Plana? No, porque era “nadadora”: nada por delante y nada por detrás. Plana como una tabla de planchar. Ella sólo conseguía llegar al orgasmo leyendo a Freud. Yo lo fingía. Vamos, fingía que lo leía, porque no me enteraba de nada.
El equipo orellut, simpático donde los haya, se presentaba cual carta de ajuste en los años setenta, o sea, en blanco y negro. El Cádiz, como su propio himno indica, “cuando salta al terreno de juego este equipo malillo se ve”. No hace falta que lo jure. Unos 14.292 espectadores, según la organización, 125.735, según El País y 347, según El Mundo del Siglo XXI, edición digital.
La afición, no se sabe si por la calor, las cervecitas de la previa o vaya usted a saber, estaba un tanto amodorrada y el equipo, todo un detalle, no iba a espabilarla.
A los doce minutos, se produce una perfecta y extraña, por lo anómala, combinación del Cádiz, pase a Kosowski que se interna (por la banda, no en el internado) pone un centro preciso a Bangoura que falla calamitosamente y Gustazo López remata de potente disparo. Bangoura declaró a la prensa que la dejó pasar de forma astuta. Anda, home.
Calderón, hábil estratega, colocó a Bezares de perro de presa para anular a Mario Rosas. Resultado: Mario Rosas el mejor de su equipo, autor del pase del gol del empate y Bezares cambiado con tarjeta amarilla.
El segundo tiempo comienza con cuatro jugadores del Cádiz en la caseta. La defensa se había quedado dormida escuchando las instrucciones del segundo entrenador y nadie se percató de su ausencia. Gran pase de Mario Rosas que aprovecha Obermans (con lo malo que era en el Barça) y gol de vaselina, que dicen que así duele menos.
A partir de ahí, el Cádiz es un querer y no poder, un vivo sin vivir en mí, una especie de no hay mal que cien años dure, un -no sé si me explico- no por mucho madrugar…
Braulio es expulsado por doble amarilla y Murcia pone a defenderse a Castellón de los ataques de Cádiz. Esta última frase vale lo mismo para un partido de fútbol que para la gala de Miss España.
Calderón demuestra entonces que está tan verde como las montañas de las tierras altas de Escocia que le vio nacer como entrenador-jugador pues no sabe contrarrestar las dos líneas de cuatro. El empate le vale…para empatar.
Lo único destacable, la entrada de Fran Cortés que demuestra mucho desparpajo en el centro del campo, tocándola con criterio e intentando dar movilidad a un equipo con menos movimientos que mi cuenta de ahorros. El chaval promete, a ver si el mister apuesta de verdad por él.
Si Pepe Mejías en vez de estar cortando el césped en El Rosal estuviera dándole clases –aunque fueran particulares- como entrenador específico a los cinco mataos que tenemos en el centro del campo, otro gallo nos cantaría. Pero para don Muñoz éste no merece la de oro y brillantes…. En fin, cosas veredes, Sancho, que harán temblar las paredes.
Total, que visto lo visto, el Castellón empató con un gol de un tiro a puerta llevándose el premio para Marina D’ors y el Cádiz empató y gracias, dando muestras de ser la pedazo de playa en que se ha convertido para los demás equipos que con el mínimo esfuerzo consiguen sumara su costa.
Bueno, me voy que pronto amanecerá y a esas horas me toca oración hinduista ¿O era budista? No sé, el Cádiz me deja bastante confusionista.
Abrazos cadistas.