
Corría el año 1962 cuando el Ayuntamiento de Cádiz pidió a Rafael Ballester, que era miembro del comité organizador del Trofeo Carranza, que idease una fórmula para dilucidar los partidos que derivaran en empates interminables o aquellos partidos de desempate que eran norma en aquella época y que se disputaban normalmente un día después con todos los gastos que eso ocasionaba.
La primera tanda de penaltis fue en un Real Zaragoza – FC Barcelona, que igualaron en los noventa minutos reglamentarios y también en la prórroga. En la tanda de cinco penaltis se volvía a empatar y en la siguiente fue el Zaragoza el que falló su primero despidiéndose de aquella edición del Trofeo.
La UEFA implantó este método en 1971 y la FIFA en 1982 pero no ha reconocido nunca a Rafael Ballester como el inventor de esa idea. Sí lo hizo sin embargo con el del lanzamiento de penalti el irlandés William McCrum.