La verdadera final no se jugará en Cardiff, sino en Cádiz

Trekant Media

Si el sábado que viene se disputa en Cardiff la final de la Champions League, el domingo se jugará en el Ramón de Carranza toda una final para el sueño amarillo. Evidentemente, salvando las distancias con el duelo que enfrentará a la Juventus con el Real Madrid, pero no con la ilusión de un equipo y una afición que quiere acabar la temporada por todo alto después de años caminando por el desierto de la Segunda B.

En los últimos nueve partidos, el conjunto que entrena Álvaro Cervera ha sumado ocho empates y una victoria, encadenando cuatro empates en los últimos cuatro partidos de manera consecutiva. Unos registros que obligan a girar la vista a la séptima posición, a los perseguidores, para no perder una participación en el playoff que hace un mes se veía en la mano.

El panorama, sin duda, ha dado un giro de 180 grados en los últimos dos meses, ya que cuando el Cádiz logró romper el muro de Montilivi el 19 de marzo, venciendo al Girona por un gol a dos, los más optimistas comenzaban a mirar la segunda posición. Todo, desde entonces, ha cambiado para dotar emoción al tramo final de la competición. Nadie dijo que fuera fácil.

Ganar en el Ramón Sánchez Pizjuán en la tarde de ayer habría significado un empuje prácticamente definitivo, ya que habría dejado al Huesca con cuatro puntos (más uno, por golaveraje) de diferencia. El empate sufrido ante el Sevilla Atlético obliga ahora ganar, volver a sumar tres puntos, para seguir en la pomada por el ascenso a LaLiga Santander. El rival en esta final que se aproxima será el Elche, que deberá ganar en la Tacita de Plata para apurar sus opciones de permanencia, mientras que las posibilidades cadistas pasan por el mismo camino. Solo vale la victoria.

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