Con defensa de cinco o defensa de cuatro, con tres mediocentros o dos mediocentros, con parejas de centrales como Chust-Glauder o Chust-Fali, con Matos o Iza de lateral zurdo, con Iza o Zaldua de lateral diestro, con Caro o David Gil bajo palos, en casa o fuera… da igual. La tónica general del Cádiz en este arranque de temporada es la de encajar goles. Muchos goles. Catorce en ocho jornadas. Casi dos goles por partido. Una auténtica barbaridad para un equipo con un plantel como el del Cádiz y con unas aspiraciones como las suyas. Una sangría que sí o sí Paco López y sus jugadores deberán frenar lo antes posible si quieren que, al menos, el equipo tenga fiabilidad en algún aspecto de su juego. Mientras eso no ocurra costará mucho trabajo encontrar algo a lo que aferrarse para ser optimistas.
Es sorprendente cómo el Cádiz da tantas facilidades defensivas a su rival. No solo a la hora de provocar pérdidas a partir de imprecisiones en el pase, sino también con los pasillos que deja en su retaguardia a los delanteros contrarios, la falta de contundencia en algunas acciones así como la falta de concentración en otras que acaban provocando errores infantiles.
Será tarea del cuerpo técnico la de encontrar la manera de tapar esas vías por las que el equipo se hace aguas una jornada y otra también, para acabar hundiéndose tanto en juego como en mentalidad cada vez que encaja un gol porque además es sabedor que en ataque se está muy lejos de tener tanto potencial como para poder permitirte ser tan blando en defensa.
No es un problema nuevo para el entrenador valenciano, ya que en su anterior etapa en el Granada llegó a encajar nada menos que 33 goles en 14 jornadas, tras lo que fue destituido. Ahora es de esperar que en el conjunto amarillo dicha situación no se agrave hasta dichos extremos y sea capaz de encauzarla lo mejor posible hasta cerrar la portería en una medida en la que sea más factible la consecución de resultados positivos.