Foto: Trekant Media

La victoria lograda ante el Albacete en el último suspiro y de penalti era de una necesidad urgente. Con la llegada del nuevo técnico empezar sumando tres puntos y en casa, en la situación en la que se encuentra el Cádiz, fue sin duda el mejor bálsamo para curar buena parte de los problemas o, al menos, dos de ellos.

El primero es lógicamente aliviarse mentalmente después de haber entrado en barrena y haberse detectado una lógica ansiedad que estaba afectando de manera clara a diversos aspectos del juego. Tanto Paco López antes como Gaizka Garitano ahora han coincidido en ese sentido y en lo necesario que era la llegada de resultados positivos para que esa losa anímica desapareciera. 

El segundo es meramente, pero no menos importante, numérico. Tras tres partidos en los que solo se había sumado un punto el equipo se había hundido en la tabla, entrando en la peligrosa zona de descenso directo. Una posición en la que se corre el riesgo añadido de que las distancias con la salvación pueden empezar a aumentar si no eres capaz de reaccionar. Con la victoria ante los manchegos el Cádiz ha respirado también en la clasificación, sacando la cabeza de las casillas rojas y poder afrontar fuera de ellas el próximo choque en casa ante un rival, que ahora mismo es directo, como el Burgos CF. Un partido para el que la plantilla tendrá pocos días de preparación pero en los que a buen seguro acudirán con una esperanza renovada.

Y es que ante si tiene el Cádiz también frente a los burgaleses la posibilidad de lograr algo que esta campaña no ha hecho: ganar dos partidos de liga consecutivos. De hacerlo sí se podría hablar ya de una mejora sustancial de la mano del nuevo entrenador.

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