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Foto: portalcadista.com
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Una utopía hacia la paz. Es el lema de la pequeña localidad sevillana de Marinaleda que también se puede leer en el escudo de su equipo. Sin embargo, lo realmente utópico es jugar al fútbol en el escenario del partido, con un terreno de juego ínfimo donde las calvas y la mala hierba conquistaron el espacio donde, suponemos, algún día habría césped. Lo sorprendente del asunto es que Marinaleda tiene otro Jornalero Stadium, estrenado hace dos años tras el ascenso del equipo local a Tercera División, pero la directiva rojiverde decidió que el partido debía jugarse en el viejo. Sus razones tendrían.
Definitivamente no se podía esperar fútbol de semejante patatal y así lo entendió Ángel Oliva, que puso en liza al balonista Gabi en el centro del campo para darle más físico a la medular. Por lo demás, se repetía el equipo de anteriores choques. Tampoco hay mucho donde escoger. Pese al césped y a tantos otros problemas, el filial cadista salió al campo, más campo que nunca, con muy buena disposición. La primera media hora de partido fue de superioridad absoluta de un equipo amarillo que demostraba tener más calidad que los locales, cuya apuesta se limitaba al balonazo aéreo. No faltaron las ocasiones de los visitantes para adelantarse en el marcador. Primero la tuvo Dieguito en un error del meta Casi, después fue Rubén Pérez el que, sólo ante el portero, no fue capaz de batirle y, por último, el otro Rubén, Díaz, tuvo la suya pero desaprovechó un remate franco de cabeza a saque de córner. Sin embargo, el Marinaleda no desaprovechó la primera que tuvo. Una contra por la banda derecha termina en los pies de Miki que, desde la frontal, suelta un zapatazo ante el que nada puede hacer Juanfer. Fiesta en la grada y la sensación de que el B pagaba muy caro todo lo que había perdonado antes.
A partir del gol, el partido se convirtió en un toma y daca. El filial tiró de fútbol directo y eso no hizo más que beneficiar los intereses del equipo local, que se limitaba a despejar los balones aéreos que llegaban a su defensa. Hasta el descanso sólo merece destacar un remate de Fran que detuvo el portero sin excesivos problemas.
En la segunda parte el decorado no cambió nada. El Marinaleda plantó a tres mediocentros cuya labor era exclusivamente despejar balones y los de Ángel Oliva facilitaron enormemente esa labor jugando al pelotazo y con un carrusel de errores en el pase. En estos primeros minutos, el B ni se acercaba al área rival y se veía más cerca el 2-0. Pudo llegar pasado el cuarto de hora en una jugada de Moyita que resolvió con un lanzamiento desviado cuando lo más fácil era marcar. Un minuto después la tuvo Rubén Pérez de cabeza pero la intervención del portero rojiverde impidió el empate. Esta jugada iba a ser la telonera del gol del empate. En el minuto 70 y tras un saque de banda, el balón llega a Rubén Pérez quien, de espaldas a la portería, se marca una sorprendente chilena que se cuela por el palo derecho de la portería de Casi. Un golazo que llegaba cuando menos lo estaba mereciendo el Cádiz B pero que hacía mínima justicia a lo visto en los setenta minutos anteriores.
A partir del empate el partido se volvió loco. El omnipresente Rubén Pérez pudo culminar la remontada pero, tras irse de Casi, optó por centrar a Diego quien no pudo rematar a puerta vacía, tal vez empujado por un defensor local. Pero otra vez la suerte castigaría al que perdonaba porque, en el minuto 76 y en una jugada aislada, un lanzamiento lejano y sin aparente peligro del local Ávalo rebotó en la pierna de un defensor amarillo para sorprender a Juanfer, que veía impotente cómo el balón se colaba en su portería. Se repetía la historia y la mala suerte le volvía a regalar el gol al Marinaleda cuando menos lo esperaba.
Con el 2-1 en contra el Cádiz B fue un quiero y no puedo. Los amarillos se veían incapaces de llegar al área ante la defensa local y el impracticable terreno de juego. Pasaron los minutos sin apenas jugadas reseñables hasta que el árbitro jiennense Illana Fuentes señaló el final de un partido que premió a quien preparó la encerrona confirmando que la permanencia del primer filial cadista se tendrá que seguir peleando en El Rosal. El domingo próximo habrá otra final ante el Conil.
ALINEACIONES:
CÁDIZ C.F. “B”- 1. Juanfer (1); 2. Gabi (0); 3. Paris (2); 4. Rober (1); 5. Rubén Díaz (1); 6. Álvaro López (0); 7. Lolo (0); 8. Javi Catalán (0); 9. Fran (0); 10. Diego (1); 11. Rubén Pérez (2).
Cambios: Chiqui (0) por Gabi (min. 55), Tomás (2) por Javi Catalán (min. 65) y Adri (s.c.) por Lolo Armario (min. 83).
U.D. MARINALEDA- 1. Casi (1); 2. Eloy (1); 3. Julio Alberto (1); 4. Migue (1); 5. Moyano (1); 6. Isco (1); 7. Moyita (2); 8. José Manuel (1); 9. Ávalo (2); 10. Miki (2); 11. Sebastian (s.c.).
Cambios: Javi López (2) por Sebastian (min. 14), Oliver (1) por Moyita (min. 65) y Cisco (1) por Miki (min. 78).
GOLES: 1-0 Minuto 31: Miki, de lanzamiento desde fuera del área; 1-1 Minuto 70: Rubén Pérez de chilena desde el interior; 2-1 Minuto 78: Ávalo, tras golpear un defensor cadista.
ÁRBITRO: Sr. Illana Fuentes (Jaén). Regular. Mostró cartulinas amarillas a los locales Migue, Moyita, Eloy y Miki y al cadista Chiqui.
INCIDENCIAS: Partido de la vigésimo novena jornada del Grupo X de Tercera División disputado en el antiguo Jornaleros Stadium ante unos 150 espectadores. Mañana fría y terreno de juego en pésimas condiciones.
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