El equipo comenzaba a vivir en sus carnes la zona de ascenso y la reacción ante el Alcorcón ilusionaba al cadismo. En el vestuario, la euforia se intentaba domar como un caballo salvaje. La ilusión, un alma libre, galopaba a sus anchas por las calles de Cádiz, las gradas del Ramón de Carranza y dormía en las cuadras de El Rosal. Bajar de las nubes terminó siendo tarea del menos esperado, del Nàstic de Tarragona, colista de la categoría.

Un pésimo partido el que los amarillos realizaron el 25 de noviembre en el Nou Estadi. Sin ideas, cometiendo errores tanto en defensa como en ataque. Sin peligro. Tantos errores los cometidos que una serie de ellos se entrelazaron para que Uche terminara adelantando al cuadro catalán y devolviera los pies del cadismo a la tierra. Al suelo. Cuando se hablaba de ascenso, el último clasificado envió el ambiente a la lona. De nuevo se miraba a la permanencia.

Llegaba el mes de diciembre. Un mes mágico. El Real Zaragoza, en plena crisis, sucumbía a los encantos de uno de los mejores Cádiz que se han visto en toda la temporada. Pronto abría el marcador el equipo amarillo aquel 3 de diciembre, obra de Salvi tras una magnífica galopada de Álvaro García por banda izquierda. Imponiéndose en todas las facetas del juego, Abdullah hacía el segundo al aprovechar un pase desde línea de fondo de Brian Oliván, anotando Ortuño el tercer chicharro definitivo tras driblar a Bagnack y enviar el esférico a la escuadra de la portería que defendía Álvaro Ratón. Partidazo de los amarillos, que iniciaban su escalada a los puestos altos de la tabla.

Semana después se volvía a escribir una nueva gesta en la historia cadista, como no podía ser de otra manera en un año para recordar. El Córdoba se adelantaba en el Nuevo Arcángel a través de un dudoso penalti que materializó Rodri. Todo parecía indicar que la balanza se decantaría hacia el lado local y los tres puntos se quedarían en tierras cordobesas, pero el Cádiz se negó. La expulsión de Álvaro Cervera paró el partido e hizo reaccionar a sus jugadores. En el 69, un perfecto pase al hueco de Álvaro García desde el centro del campo llegaba a Ortuño, que arrancó en el límite del fuera de juego para galopar hacia portería como un sediento persigue un oasis en el desierto y batir a Kieszek. En el 83, un gran centro de Brian Oliván era rematado en el corazón del área por Ortuño para completar la remontada y culminar una muy buena jugada ofensiva. Por último, ya en el descuento, un golazo de Aitor García desde fuera del área sentenciaba el duelo. Victoria del Cádiz, sobredosis de moral e ilusión para el equipo y los cientos de cadistas que se dieron cita en el estadio cordobés.

El Cádiz era cuarto en la clasificación con 27 puntos y tenía la oportunidad de cerrar el año ante su gente, en el Ramón de Carranza, ante el Sevilla Atlético. Ocasión perfecta para echar el telón a un año mágico con una victoria. Y así fue. Delante, un rival duro al que el equipo amarillo supo maniatar. El primer regalo de Navidad lo puso Alfredo Ortuño, haciendo un auténtico golazo a la media vuelta. La puso en la escuadra. En la segunda vuelta llegarían los estrenos goleadores de Sankaré, que conectaba un testarazo para rematar un centro preciso de Álvaro García, y de Nico Hidalgo tras una extraña jugada. Aunque Aridane marcaba en propia puerta en un lío en el área, la victoria no peligró y, como muestra, Salvi sentenció en el descuento para hacer llegar la Navidad a Carranza con un 4-1. Amarilla Navidad.

Como una lluvia de estrellas que se precipita sobre los corazones de los cadistas se baja el telón al año 2016. Un año en el que volvieron a sonar los tambores de guerra, esos que tantas tardes de gloria han dado al Cádiz a lo largo de su bella historia. En 2016 resonó la épica, retumbó la ilusión y bailó la esperanza al son del golpeo de un balón. Cádiz seguirá bebiéndose el mar. El Sol volverá a morir en La Caleta. De amarillo se pintarán las caras los jinetes de la caballería para asegurarse que 2017 sea más bonito, más cadista. Sigan galopando a través de la historia.

Feliz año nuevo. Feliz 2017.