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Pablo, la esperanza amarilla

Cuando ha saltado la noticia de un supuesto interés del Sevilla por hacerse con el jugador Pablo Sánchez, a más de uno se nos ha venido a la cabeza casos como el de Kiko o Arteaga. Jugadores que se fueron cuando estaban en su mejor momento y a los cuales no pudimos disfrutar lo suficiente vestidos de amarillo.

El caso de Pablo es diferente. A él sólo lo hemos visto jugar en el filial y en categoría Regional. Eso sí, de una manera espectacular porque 42 goles no son fáciles de hacer incluso en categorías inferiores. El Club en ese momento, sabedor de que el jugador terminaba contrato el 30 de Junio de 2004, se apresuró en hacerle un contrato profesional que lo ligaba al Cádiz C.F. durante las próximas 3 temporadas. Un contrato que tenía como cláusula de rescisión 900.000 Euros (150 millones de pesetas).

En principio esta cantidad puede parecer irrisoria, teniendo en cuenta la cantidad de dinero que se mueve en el fútbol actual. Pero también tenemos que pensar que se trata de un jugador que aún no ha demostrado nada en categorías “de las de verdad”. De todas formas, esos 150 millones de cláusula fueron suficientes para escuchar protestas de aficionados que achacaban su bajón en dos partidos a esa nueva “profesionalidad” del chaval y que le había convertido en poco más que en una “diva” (los que hayan asistido a partidos del B, sabrán a qué me refiero). Ahora, los que tienen costumbre de ver mal todo lo que se hace desde la directiva, utilizan ese mismo contrato para decir todo lo contrario: que es poco dinero y que la cláusula parece demasiado pequeña para un jugador, aparentemente, de esa calidad.

Lo que no saben, o no quieren saber, esos aficionados, es que las cláusulas de rescisión son directamente proporcionales a la ficha del jugador. Un representante exige una mayor ficha para una mayor cláusula. Por lo que no quiero ni imaginar qué se diría en estos días, si Pablo tuviera una ficha desorbitada para lo que ha hecho hasta ahora, solamente para que esa cláusula fuera también desorbitada. Está claro que después de los 4 goles conseguidos en el último partido del filial, todo sería perfecto. El problema vendría si Pablo atravesara una mala racha. Todo sería críticas al jugador y al Club. Así de fácil es el razonamiento del aficionado visceral. Hoy negro, mañana blanco.

Teniendo como base que el supuesto interés del Sevilla sea cierto, habría que ver en qué condiciones se haría. En mi opinión, lo mejor sería apelar a esa cláusula de contrato y exigir el importe completo de ésta. Sobre todo teniendo en cuenta que el club aun no goza de una economía totalmente saneada (aun ronda una deuda de unos 300 millones de pesetas). Todo lo que no fuera eso, me gustaría menos. Aunque sigo manteniendo la confianza en una directiva y en un cuerpo técnico que, hasta ahora, han demostrado su buen hacer y merecen que se respeten sus acciones.

Lo que sí es disparatado, es hacer juicios de valor con tan solo un rumor o un acercamiento como base sólida. Esperemos acontecimientos y mantengamos la calma. Sobre todo teniendo en cuenta que el jugador está jugando en estos momentos una importante liguilla de ascenso con el filial. Aun es pronto para meterle presión.

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