Pensarán algunos que para los que esta temporada hemos defendido, y seguiremos defendiéndolos, los resultados del Cádiz frente al juego del equipo, el partido de ayer en tierras murcianas nos deja sin argumentos. Pues más bien todo lo contrario porque además los confirma. Los hay quienes siguen obcecados en que jugar bien solamente es sinónimo de jugar bonito cuando en La Unión el equipo rival dio una lección de se puede hacer bien lo primero sin hacer lo segundo.

Y es que el Cádiz tiene un problema este año, y ese no es otro que el de no jugar bien los partidos feos. Si el equipo que ayer Jose puso en liza ante los de Carsi es el más aguerrido que podía formar, a estas alturas de la temporada podemos decir que si un partido se traba en los lodazales del otro fútbol, del choque y de la pelea, las posibilidades de no conseguir un triunfo bajan de manera estrepitosa.

Avisaba Jose lo fundamental que sería la aparición del talento en los últimos metros, cuando precisamente el contrario nos ganó sin que esa característica apareciera en sus filas. Lo hizo, como dicen los entendidos, metiendo y anticipando. Nos vencieron jugando bien (mejor diría perfecto) el fútbol feo que nos ha superado ya en varias ocasiones esta campaña y que en muchas de ellas no hemos podido doblegar: Badajoz, Écija, Cacereño, Villanueva…

Escuchar de boca de los jugadores y técnicos después de esos partidos frases como “no nos sentimos cómodos”, “ellos han hecho bien su juego”, “ellos jugando el otro futbol son mejores” no es una excusa, sino una realidad. El Cádiz CF tiene un déficit preocupante en ese aspecto. Si tiene que ir a la pelea, lo hace en inferioridad. ¿Tiene arreglo? Más vale que sí porque ante el Villanovense habrá que bajar de nuevo a las trincheras y olvidarse del chaqué.



Miguel Ángel Vallecillo
@mavallecillo

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